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Etapa 7 LA BAÑEZA - ASTORGA - MOLINASECA (II) En Santa Catalina de Somoza, en otras ocasiones que he pasado
estaba casi muerto, hay un cambio radical, ahora aparecen varios bares
con veladores en la rua principal
esto es puro turismo. Continuamos
en ascenso ligero hasta El Ganso donde nos espera César
para darnos algo de agua pues el calor aprieta y Pedro se ha quedado seco.
Empezamos a encontrarnos más peregrinos por el andador que circula
paralelo a la carretera y eso aunque hace más distraída
la ruta también la enlentece pues debemos ser muy respetuosos con
los que van a pie y no entorpecer demasiado su andadura. Así llegamos
hasta el desvío a Rabanal Viejo. A partir de aquí
debemos circular por una carretera -el sendero pica muy fuerte y constantemente
vuelve a la carretera- que está en obras y parece ser que va a
ser ensanchada. El grupo se separa algo y con Luis y Pedro en pocos kilómetros
y antes de lo que yo me esperaba, llegamos a Rabanal del Camino.
Entramos por el centro del pueblo para salir luego a un refugio - bar
- hostal que hay junto a la carretera. Sitio habitual de parada siempre
que he pasado por aquí es un lugar bullicioso pero agradable para
descansar. Hace mucho calor y le pegamos fuerte a las bebidas isotónicas,
unos para evitar su diarrea y otros solo por hidratarnos bien. Luis decide
adelantarse, es el que sube más lento y así asciende más
relajado. Salimos más tarde perezosamente. El sol pega fuerte (es el día
más caluroso que hemos tenido hasta ahora) y es la peor hora posible
para ascender a Foncebadón y a la Cruz de Hierro, pero no podemos
cambiar la hora y sabemos que al llegar arriba lo que nos queda es en
descenso rápido. Antonio y Chavi se adelantan. Yo me quedo con
Pedro y subimos tranquilos pues el calor es insoportable (deben de ser
las 3 de la tarde mas o menos) y el aire se mueve muy poco a pesar de
la altura a la pedaleamos. Como las cosas siempre pueden ir a peor en
ese momento se le rompe la cadena a Pedro. La reparamos rápidamente
que mañosos somos un rato largo aunque escasamente podemos ver
debido al intenso sudor que nos cae por la frente hacia los ojos. Seguimos
ascendiendo y nos topamos con unos ciclistas almerienses muy desperdigados
y que van con algo de prisa. Llegamos a Foncebadón donde
nos refrescamos con el agua helada de su fuente y emprendemos el último
repecho hasta la Cruz de Hierro, hito en el Camino de Santiago
como punto más alto de Camino Francés con 1.500 mts.
de altura. En la cima hay una cruz metálica pequeñita sobre
un largo mástil cuya base está llena de piedras traídas
por peregrinos y donde nos esperan los demás. Depositamos la piedra
que hemos traído de lejos. Yo dejo una pequeñita de granito
que cogí junto a un miliario romano en Casas de Don Antonio. Nos
hacemos múltiples fotos entre nosotros, a los compañeros
de Almería y a un curioso elemento que se tornara en compañero
habitual el resto de la ruta, un japonés que no habla ni torta
de español y que anda autista con una sonrisa en la boca y como
si no supiera que hacer. Va con una bici de carretera con alforjas de
donde saca de todo. Lo bautizamos como Sakamoto y así será
hasta el Santiago. Comenzamos el descenso dejando Manjarín a nuestra derecha
(ya no suena una campana cuando pasa un peregrino como antaño)
salvando una tachuela algo fuerte junto a unas antenas militares. Desde
aquí la bajada es espectacular, tanto por su paisaje, como por
el desnivel que acumula 1.000 mts. de descenso, las curvas cerradas y
las velocidades que se pueden alcanzar. Como es domingo y hay más
tráfico de lo normal debemos bajar con más cuidado aún,
además cuando la adrenalina me pide marcha me acuerdo de mi estancia
en el hospital por una caída, un escalofrío recorre mi cuerpo
y rápidamente aprieto el freno. Llegamos así a El Acebo,
pueblo típico sobre todo la Calle Real y en el que no nos detenemos. A pesar de haber un sendero, como estamos algo cansados y el calor aprieta
seguimos por carretera hasta Molinaseca donde decidimos pernoctar.
Podríamos hacer más kilómetros pero hace una tarde
maja y nos conviene descansar algo. Entramos en el pueblo por el puente
románico y recorremos la rua central hasta el refugio. Está
lleno a rebosar y nos indica con amabilidad el hospitalero que podemos
ir hasta Ponferrada o buscar habitaciones en una casa que el conoce. Optamos
por esto último y preguntamos por habitaciones donde decidimos
quedarnos ya que el precio es bueno y quizás en Ponferrada nos
cueste más encontrar acomodo. Así como aún es temprano
nos tomamos la tarde libre para dar una vuelta y ver la final del mundial
de fútbol de Alemania entre Italia y Francia. Molinaseca es un pueblo coquetón en el que apetece quedarse, con un ambiente bullicioso -quizás porque es domingo- con mucha gente bañándose en el río represado. Ya en anteriores ocasiones habíamos comido bien aquí pero siempre pasábamos de largo. Comemos en un mesón junto al puente romano, bien y barato. Después de taberna en taberna como parece ser costumbre aquí tomando algo y viendo el fútbol hasta la hora de dormir. Mañana nos espera otra buena tachuela más difícil que la de hoy. |
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