Arzúa - Santiago de Compostela

Esta noche ha sido algo mas dulce con el sueño pero mi pobre espalda está hecha trizas. He dormido en el sofá pero no me puedo quejar, ....lo elegí yo.

Se nota cierta emoción en el ambiente ya que el final está cerca y después de más de 900 km. los 40 que nos faltan son una tontería. Pero debemos salir que estos también hay que pedalearlos duro como podremos comprobar luego. Santiago se queda con el coche de apoyo. Decidimos que desayunaremos en Rúa.

Tras dejar en condiciones la casa que nos han prestado salimos a pedalear. Son las 9 horas y la mañana está con nieblina y fresca. Todos vamos contentos pero destaca Juan que está como un crío con zapatos nuevos y eso que es su tercer Camino a Santiago.

El ritmo es de "trote cochinero", sin prisa y con continuos sube y bajas más suaves que en días pasados. Pistas, sendas, carreteras de cuarta y muchos... muchísimos peregrinos a pie. Todo esto entre bosques de eucaliptos altos y despejados que con sus hojas muertas sobre el camino despiden un agradable olor. También muchos cruces de carreteras importantes que por desgracia siempre están situados en el peor sitio para nosotros - el que los marco seguro no iba andando o en bici-.

La cantidad de peregrinos va en aumento y esto nos hace circular mucho más despacio. Mezcla de gente que lleva pocos días andando a los que se les ve frescos con otros que tras el palizón de muchos días de camino van baldados. En medio de esta romería me encuentro a unas compañeras de trabajo que nos reconocen por el maillot y que están haciendo un pequeño tramo del camino (Sarriá - Santiago). El mundo es un pañuelo, quien me lo iba a decir.

Pasamos por un montón de casas solas, pueblecitos en los que el único que para es Juan al que a partir de ahora llamamos "Selloman" por su repentina afición a sellar en todos los bares y refugios que encuentra. ¡No nos darán la Compostela por alcohólicos! Se van a pensar que hemos estado todo el día en el bar. Su intención es la de acabar la acreditación con el sello de Santiago.

Tras disfrutar muchísimo por estos camino llegamos a Rúa donde montamos por última vez el chiringuito de los desayunos para envidia -y grande- de los caminantes que ahora nos adelantan. Hoy si que desayunamos con tranquilidad y sin prisas.. solo quedan 20 km.

Seguimos adelante sin recordar que nos quedan un par o tres "pechugazos" -palabra que designa rampas del tropecientos por 100 que aparecen de repente- para pasar de un valle a otro-. Como volvemos a dividirnos en pelotones -como de costumbre- pedaleo junto a Pedro mientras vamos hablando de lo agradable que han sido estos días. El camino es sumamente divertido con repechos más pequeños y sendas rápidas y juguetonas. En este tramo nos cruzamos con unos granadinos con alforjas. Uno de ellos no para de lanzar improperios cada vez que llega una subida.. ¡le habían dicho que a partir de Pamplona todo cuesta abajo.....!

Llegamos así al aeropuerto de Lavacolla y tras pasar por delante de sus inmensas señales de aterrizaje por un bonito camino llegamos al pueblo del mismo nombre. Nos sella Protección Civil y.... ¡Dios!.. el último "pechugazo" antes de llegar al Monte do Gozo. Este es muy duro y nos hace sudar lo suyo pero cuando llegamos arriba junto al centro de TVG y TVE la cara se nos ilumina, Santiago de Compostela está a nuestros pies. Cientos de peregrinos llegan por ese camino ahora asfaltado. Llegamos al Monte do Gozo y tras unas fotos de recuerdo de todos los componentes de la "expedición" y el sello correspondiente seguimos hasta Santiago de Compostela. Seguimos entre flechas no muy claras y dando un fuerte rodeo que asciende a la parte vieja pasando por el Hospital de San Lázaro hasta llegar a la Plaza de la Inmaculada y tras bajar unas escaleras bajo el Arco del Obispo llegar a la Plaza del Obradoiro. La sensación es impresionante con la Catedral ante nuestros ojos y nosotros en medio de la plaza junto a cientos de peregrinos y turistas.

Casi antes de ser conscientes de que hemos conseguido nuestra meta, una mujer nos ofrece un piso donde dormir, regateamos, lo discutimos y aceptamos pero le decimos que tendrá que esperar. Una joven vendedora nos hace las fotos de grupo para poder salir todos. Le compramos agradecidos unos regalos y fotos y mas fotos.

La bicis empiezan a ser un estorbo -pobres, después de lo que han aguantado- así que decidimos ir a buscar la Compostela a la Oficina de la Peregrinación, situada junto a la Plaza Platerías. Allí tras un rato de charla y de rellenar unos cuestionarios nos dan la tan ansiada Compostela. Allí mismo podemos facturar las bicis por un no muy módico precio, pero eso nos libera ya de un problema.

Junto a nuestra casera llegamos a ver el alojamiento. Un piso para nosotros solitos.. muy bien. Nos adecentamos un poquito y con gran pesar nos despedimos de nuestros buenos amigos Pedro y Juan que regresan a Bilbao con el padre de este último. Una pena no poder celebrar todos juntos el acabar bien el viaje pues han sido unos compañeros de viaje excepcionales. Quedamos en vernos pronto por Huesca o por Bilbao. Pocas veces nos hemos reído y llorado -de risa- tan a gusto.

Hacemos la visita obligada al Santo en la Catedral, tocamos el busto de Santiago y vemos la urna con los restos del Santo. Después pedimos los deseos en el Pórtico de la Gloría tras introducir la mano derecha sobre la huella dejada por millones de peregrinos. Ahora hay que cumplir con los encargos de amigos y familiares y todos encendemos unas velas para que se cumplan sus deseos y peticiones.

Tenemos mucha suerte, de repente empieza a haber movimiento en el templo. Entran el Presidente de la Xunta y el Presidente de Ecuador rodeados de un monton de guardaespaldas, militares, etc.. Decidimos quedarnos a la misa ya que presumimos que así podremos ver el botafumeiro. Efectivamente, al final de la misa los "tiraboleiros" comienzan a mover el botafumeiro en coordinados tirones. Flashes, fotos a miles. El espectáculo es impresionante, el crujir de la carrucha superior y el silbido que produce al pasar a toda velocidad junto a nosotros ponen los pelos de punta. También resulta espectacular el modo en el que uno de los "tiraboleiros" frena el Botafumeiro.

Contentos por la suerte que hemos tenido, salimos a realizar las últimas compras y encargos. Esto siempre es lo que más cuesta, tiendas y más tiendas y siempre con la duda de si has acertado.

Cenamos en un lugar que nos han recomendado -Casa Manolo- y tras una agradable y larga sobremesa con muy buena música -casi cerramos el local- parte de la expedición nos vamos a dormir. César y Vicky aún cierran algún bar más.

Este es el final de una aventura que recomiendo hacer a todos. Unos lo harán como recorrido religioso, otros cultural, otros deportivo, otros como reto personal, pero todos... todos, disfrutarán lo indecible en este Camino...

Y con esta van dos y dicen que no hay dos sin ...... ¿tres?.