Villafranca de Montes de Oca - Castrojeriz
Mala noche para casi todos. La tienda es cómoda pero la humedad y el fresco se nos meten a mas de uno hasta el tuétano de los huesos. César es el que ha dormido mejor enfundado en sus eróticas mallas. El caso es que a pesar de sonar el despertador a las 7 horas nos hacemos los remolones hasta media hora más tarde. Parece ser que el día esta más despejado y hay sol, ...por lo menos de momento. Desayunamos junto al coche de apoyo. Santiago decide quedarse en el coche hasta encontrarse mejor. Mientras tanto unas nubes amenazadoras aparecen sobre la sierra y decidimos salir cuanto antes. Si llueve, que nos coja al otro lado de la montaña ya en las cercanías de Burgos.
Solo salir del pueblo el camino se empina bastante. Mis recuerdos de la vez anterior que pasé por aquí, son que la subida era muy dura, así que nos lo tomamos con calma. Sin embargo ascendemos con facilidad y con menor esfuerzo del esperado. Quizás se deba a que es aún pronto y subimos frescos.
Nos cruzamos a los primeros peregrinos que han salido del campamento base. Son de un colegio o algo así. Andan con cara de aburrimiento y saludan sin mucha gana. Pronto llegamos a una fuerte bajada que coincide con un barranco y que anuncia el final con una breve pero fuerte subida. Arriba, esta pista se une a otra que viene de la carretera nacional y que es la que emplean muchos de los ciclistas que van con alforjas. Desde esta buena pista que discurre en llano o suave descenso entre bosques de pinos, barro y rodadas llegamos a San Juan Ortega. Este tramo resulta para mi especial, me encuentro bien y voy "cantando" canciones de los Scorpions a todo volumen como un crío, ...¡total ya estaba nublado!.
En San Juan Ortega nos esperan César y Santiago. Preguntamos y nos dicen que el refugio estuvo lleno pero que admitían ciclistas y que si hubiéramos llegado habríamos dormido aunque fuera en el suelo. Cierto cabreo me invade, pero ya es tarde. Sellamos y visitamos a nuestro aire el monasterio y la iglesia donde está la tumba de San Juan Ortega, patrón de los aparejadores. Fotografiamos todo lo que podemos. Este lugar nació para proteger e los peregrinos que se aventuraban por estos montes llenos de salteadores.
Salimos ahora hacia Agés y Atapuerca por caminos entre encinas. Pasamos por la trinchera donde se encuentra el yacimiento prehistórico del mismo nombre y una extraña sensación me invade el cuerpo. Es un tema que me gusta y pocos días antes de salir vi un reportaje sobre este lugar y los hallazgos realizados.
Llegamos en descenso al pueblo de Agés y por obligada carreterita recien arreglada, llegamos a Atapuerca. Desde aquí la última ascensión antes de descender a Burgos. Se hace pesada por lo suelto del terreno pero pronto llegamos al alto donde hay una cruz. Desde aquí, excelente mirador desde el que se divisa Burgos, el camino se suaviza y pronto empieza a descender en agradable y rápida trialera (lo siento por las bicis rígidas) hasta el valle de Riopico donde atravesamos por carretera varios pueblos de pequeño tamaño hasta llegar all paso sobre la autopista. En este tramo adelantamos a muchísimos peregrinos cuya meta sea posiblemente Burgos.
La entrada a Burgos ofrece dos posibilidades. Nosotros cogemos la de la izquierda que da un pequeño rodeo y que desemboca en una carretera de mucho tráfico aunque tenga un mal andador en su lateral. La verdad es que la entrada a Burgos es nefasta, confusa, larga y para los que vamos en bici peligrosa ya que todas las señales nos llevan por calles de dirección prohibida. Así llegamos a la plaza de la catedral donde hacemos las fotos de costumbre. Visitamos la catedral de Santa María que sigue en obras. Es preciosa e inmensa pero mercantilizada en exceso, a mi modesto entender.
El cuerpo nos pide comida, así que decidimos comer tranquilamente en Rabé de las Calzadas. Sellamos en el refugio burgalés y siguiendo las siempre bien recibidas flechas amarillas llegamos a Tardajos donde intentamos sellar en vano. Seguimos por buen camino hasta Rabé de las Calzadas y allí nuestro coche de apoyo monta el tenderete de ropa mojada y comida. Se agradece pues hoy tenemos hambre de verdad y hace algo de fresco y viento.
Tras este merecido descanso, proseguimos el viaje entre campos de cereal aún sin recoger y con un cielo que amenaza lo peor. De repente rachas de aire caliente se entremezclas con otras frías y eso huele a tormenta. Llegamos a Hornillos donde sellamos y charlamos un rato con un monje y un paisano. Truena en la lejanía y el lugareño nos previene que nos vamos a mojar si salimos ahora. Somos cabezudos y a pesar de las advertencias salimos y antes de 15 minutos nos estamos mojando y lo que es peor el suelo se convierte en barrillo aunque por suerte no muy pegajoso aún. Afortunadamente son chaparrones breves que nos obligan a ponernos y quitarnos el chubasquero constantemente.
Pronto llegamos a Arroyo Samból, refugio de grato recuerdo en nuestro viaje anterior. Lo visitamos por curiosidad. Todo a cambiado. Aquel refugio sin nada más que suelo y velas para alumbrarse, es ahora una bonita casa llevada por un alemán algo cabreado por la huida de su amada... cosas del camino. Su anterior hospitalero, al que conocíamos, se marcho a un país del este también en pos de su amor. Todos gente "normal". Sellamos y entre más amenaza de lluvia llegamos por un camino todo levantado y suelto hasta una gran bajada que nos deja en Hontanas. Otro sello y por sendero-camino circulamos en dirección a nuestro destino.
La mole del Convento de San Antón se ve en la lejanía. Ahora por la obligada carreterita pasamos bajo el arco del convento y junto a otro grupo de ciclistas llegamos a Castrojeriz.
Como nos habían recomendado, nos dirigimos al refugio situado en la parte superior del pueblo. Desgraciadamente no hay sitio y apenado el hospitalero, un amable italiano, nos dice que vayamos al de abajo y si allí no nos reciben que nos dejará dormir aunque sea en el suelo. Nos dirigimos a este otro refugio dirigido por un "curioso" grupo. Nos admiten a todos menos al conductor del coche -lógico si falta sitio- pero luego resulta que sobran 12 camas. Entramos los trastos y ... horror.. todo está prohibido o son "amenazas". No se puede usar el móvil para llamar, a las 22'30 cierran el refugio, te despiertan a la 6'45 con gregoriano y a las 7 todos fuera. Ya es tarde para buscar otro lugar así que decidimos cenar a toda prisa en un bar del pueblo que nos han recomendado y donde nos tratan de maravilla y nos advierten del lugar donde nos hemos metido. Se quejan que espantan a los peregrinos y por tanto merma sus negocios y da mala imagen del pueblo como así constatamos a lo largo del camino. Volvemos al refugio y mientras escribo estas líneas me apagan la luz.. ¿tal vez estamos en un moderno campo de concentración?. Desde luego es el único refugio que he conocido donde pasa esto. Por la mañana leo en un recorte de prensa que tiene una concesión por 20 años así que, si se tercia, evitarlo. Es impresionante como en el camino corren estas historias. Bueno ahora a dormir.. ¿o no?.
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Miguel Soler Gracia©. Creada en Julio de 2001. Navegadores 4.0 o superior. Resolución recomendada 800x600 o superior. Necesita pluggin de flash |
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