Murias de Rechivaldo - Pereje
¡Dios, mis pobres huesos!... estoy mas rígido que una estaca. Me duele todo, ya no tengo edad para estar tirado por el suelo de malas maneras. El único que duerme en colchón es el yayo Luis y a dormido a pierna suelta. De los demás mejor no hablar. Juan a pasado mala noche por culpa de sus "tripas" y a los demás nos crujen todas las bisagras...
Con este ánimo nos levantamos a las 7'30 y recogemos todo. Sobre las 8'30 salimos en dirección a El Ganso donde quedamos citados con César. Hacemos como ayer, primero pedaleamos y luego desayunamos. El pedaleo es lento y suave porque el palizón del día anterior y la mala noche pasan factura. Circulamos por buenos caminos entre una marea de peregrinos que suponemos se dirigen a Rabanal del Camino como punto desde el que afrontar la Cruz de Hierro.
Ya en El Ganso desayunamos cómodamente ante la envidia de caminantes y bronca de alguna lugareña enfadada no sabemos con quien. Allí nos topamos con un peregrino de Huesca que está lesionado por mal uso del calzado y al que acercamos con el coche de apoyo a Rabanál donde nos comenta que descansará un par de días antes de seguir.
Proseguimos el camino por andador junto a la carretera y entre más peregrinos hasta llegar a Rabanal del Camino. En este pueblo sellamos y comenzamos la ascensión a la Cruz de Hierro. Pronto el grupo se divide y varias legiones de moscas deciden acompañarnos revoloteando alrededor de nuestras cabezas. Mientras, Vicky en un momento "Pantani", sale hacia la cima y Luis comienza con su ritmo habitual de subida de "día de descanso", lenta pero constante. El resto subimos a buen ritmo y charlando como ya es habitual. La verdad es que de esta manera ni me entero de la subida y casi sin darnos cuenta llegamos a Foncebadón. Seguimos por la carreterita y solo aquí, al llegar una dura rampa, callamos un poco... pero poco. En la cima nos esperan César y Santiago con sus cámaras preparadas. Hace algo de fresco. Siguiendo la tradición arrojamos la piedra que cada uno traemos desde nuestra tierra. La cruz tiene un nuevo mástil. Parece ser que últimamente hay algunos gamberros que se dedican a cortarlo. Viendo este hermoso y duro paisaje uno se imagina lo que debieron pasar los primeros peregrinos especialmente durante el invierno. Fotos y más fotos.
Nos abrigamos bien pues ya conocemos el largo descenso. Es domingo y hay mas tráfico de lo habitual. Me parece que la bajada va a ser mas tranquila que en mi anterior viaje donde batimos records de velocidad. Luis casi alcanza los 80 km/h y yo me quedo en unos modestos 70km/h. ¿Será que he adelgazado o que tengo más talento?. Tras pasar Manjarín donde vive un curioso personaje, llega el durísimo repecho hasta el radar militar que consigue que nuestras piernas duelan hasta lo indecible. Ya en el alto comienza el definitivo y largo descenso que entre curvas fuertes y en medio de una vista excepcional nos lleva hasta El Acebo. Un monumento a un ciclista fallecido nos recuerda que tengamos prudencia, pero la adrenalina hace de las suyas. Paramos en El Acebo y sellamos en este típico pueblo. Seguimos el descenso siempre por la carretera porque sobre el sendero nos han dicho de todo; unos que esta bien.. otros que no se puede pasar.. así que decidimos seguir por el camino más seguro. La bajada es muy rápida y divertida pero sin arriesgar lo más mínimo,....no estoy en mi mejor momento.
Llegamos a Molinaseca, un precioso pueblo en el que aprovechan el río para hacer unas hermosas "piscinas". Hoy desde luego no hace día de baño. Tomamos unas fotos y como ya es hora de alimentarse decidimos que es un buen sitio para comer. Encontramos un lugar económico y comemos muy bien.
Sellamos en el refugio y salimos hacia Ponferrada, unas veces por andador y otras por la carretera. En Ponferrada las flechas amarillas nos hacen dar un buen rodeo y así nos dejan en el precioso castillo templario, todo engalanado, junto al río Sil y aún en fase de restauración. Visitamos el centro de la población cruzando el Arco del Reloj y acercándonos al ayuntamiento en una grandiosa plaza. No hay casi gente, pero es domingo y a esas horas es normal. Parece que llegamos tarde... el día anterior se celebro una especie de fiesta templaria o algo así.. ¡vaya!.. por los pelos no hemos llegado.
Para salir de Ponferrada la flechas nos llevan a unas escaleras y unas amables vecinas nos dicen que dando la vuelta por otra calle podremos llegar en bici. Craso error. Las flechas no aparecen por ningún lado y damos vueltas sin saber donde ir. Preguntamos pero nadie sabe bien por donde seguir ya que al parecer hay varias rutas posibles. En nuestro viaje anterior este tramo lo hicimos por asfalto así que no nos vale. Por fin, más por intuición que por otra cosa, tomamos dirección a Columbrianos donde ya por fin vemos a nuestras amigas amarillas.
El camino se adentra por parajes bastante tranquilos y bonitos pasando por Fuentes Nuevas, Camponaraya. En un mal cambio por despiste engrano el piñón de 30 dientes con el plato de 44 no partiéndose milagrosamente el cambio, pero obligandome a abrir la cadena para poder arreglar semejante desaguisado. Tras unos minutos y con todo ya arreglado pedaleamos entre chopos y viñedos hasta Cacabelos.
En Cacabelos es obligada la visita y el sello en Prada a Tope. Un lugar mezcla de todo y muy curioso. Esta vez con el sello no nos ofrecen nada para tomar como antes era costumbre... bueno lo bueno se va perdiendo.
Sellamos en un bonito refugio donde nos informan de los refugios que hay por delante. Salimos por carretera hacia Villafranca del Bierzo ascendiendo un puertecito que ya se nos hace un poco duro. Pasado Pieros una señal con flechas nos dirige por un camino muy suelto y en ascenso hasta un alto desde el que se divisa el pueblo. En rápido descenso llegamos a Villafranca del Bierzo entrando en esta población junto a la iglesia de Santiago por delante de la Puerta del Perdón. Los peregrinos con problemas físicos podían ganar aquí el jubileo gracias a un privilegio del Papa Calixto III. Sellamos y debido a que es algo tarde debemos proseguir. Las flechas nos llevan por todo el pueblo viendo el castillo de los Marqueses de Villafranca y saliendo por un puente que cruza el río Burbia. Circulamos ahora por una antigua y tranquila carretera que queda sin demasiado uso debido a la construcción de los túneles de la N-VI. Salimos así hasta la referida nacional y con algo de intranquilidad por el gran tráfico que hay, pedaleamos hasta Pereje.
Encontramos en la calle mayor un precioso y nuevo refugio privado. Esta bien de precio y decidimos quedarnos ya que mas adelante solo está Vega de Valcarce y posiblemente esté lleno. Nos atiende Coral, la hospitalera mas joven de todo el camino con 8 añitos y con un desparpajo envidiable. Nos situamos en una habitación de paredes de piedra y con camas corridas. ¡Parecemos los siete enanitos! Cenamos todos los peregrinos juntos, un alavés, una pareja de italianos, un par vizcainos y nosotros (entre los que incluyo a nuestros agregados compañeros de viaje procedentes de Bilbao). La cena es informal pero es casera y esta muy buena. Con la animada conversación y entre chistes nos reímos hasta saltar las lagrimas ante el asombro de nuestros compañeros de mesa que a veces no entienden nada. A partir de ahora ya podemos decir que en este viaje hemos llorado mucho :-D . Sinceramente, estos son los momentos que más se recuerdan del viaje y que en algunos refugios los hospitaleros se empeñan en evitar (.....¿tal vez me esté acordando de Castrojeriz?...... ).
Ya hace un rato que llueve algo fuerte
y eso no nos pone fácil el deseo de subir al Cebreiro por el camino
de tierra, pero mañana ya veremos. Hasta ahora hemos tenido mucha
suerte.
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Miguel Soler Gracia©. Creada en Julio de 2001. Navegadores 4.0 o superior. Resolución recomendada 800x600 o superior. Necesita pluggin de flash |
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