Sarria - Arzúa
No me quiero hacer pesado pero esta es mi cruz en este viaje. No duermo ni a tiros. La noche en el polideportivo con mas de 200 críos donde cualquier ruido resuena como si hubiera un amplificador no ayudan a dormir. Además el suelo cada vez me parece mas duro. Bueno tras los lamentos asomamos las orejas al exterior y hay una niebla del carajo. Muy propio de donde estamos pero no por eso menos molesta.
Como ya es costumbre salimos antes de desayunar en dirección a Ferreiras. Con César quedamos en Portomarín. Volvemos a subir a lo alto de Sarriá hasta el cementerio y Convento de la Magdalena donde está el mojón que marca los 111 km. para Santiago. Las flechas hacen un liado requiebro y espero a que llegue Luis. Este pasa como una exhalación pero en otra dirección. Lo llamo con el silbato que todos llevamos por si acaso... nada... no me escucha y sigue a toda velocidad por un sendero cuesta abajo. Le sigo a pie pero para cuando me oye ya esta al pie de la montaña. Vuelta a subir... no se si reírme o soltar una bronca así que opto por mantenerme calladito y no decir nada. Los demás ante tanta tardanza están preocupados y tras unas cuantas palabras un poco fuertes seguimos adelante.
Entramos en un precioso bosque resto de lo que debió ser esta zona. Senderos en duro ascenso entre árboles de troncos inmensos. Esto unido a la niebla crea un escenario de película. ¿Saldrá el bandido Fendetestas en alguna curva?. La estrechez de los caminos y la cantidad de peregrinos que ya se encuentran hacen que el avance sea muy lento. Parece una procesión. Continuos cambios entre sendas, trialeras, correidoiras y carreteritas de cuarto orden hacen muy ameno el camino. Por suerte no llueve, porque estos lugares con el terreno mojado nos habría dificultado bastante el avance. La verdad es que atravesamos por caseríos diseminados sin que sepamos muy bien en donde estamos. Los mojones y flechas son nuestra única guía. Velei, Barbadelo, Rente, Mercado, Peruscallo, Cortiña, Brea, y por fin Ferreiros donde sellamos. En el mojón con el kilómetro 100 hay una pequeña celebración y fotos.
Seguimos el camino por un terreno similar al anterior. Son caminos muy mejorados desde nuestro anterior viaje. Solo queda seguir mojones, flechas y disfrutar del camino. Aquí las dobles suspensiones se encuentran en su terreno. Que se lo digan sino a Pedro y a Juan, ambos con bicis rígidas.
Por fin Portomarín a la vista. Una rapidísima bajada nos deja en el puente que cruza el río Miño ahora convertido en el embalse de Belesar y que inunda al antiguo pueblo. Ascendemos hasta la plaza principal donde está la Iglesia de San Nicolás, rescatada de las aguas. Desayunamos y quedamos con César en Ventas de Narón.
Seguimos camino cruzado un estrecho puente y ascendiendo fuertemente por un hermoso sendero en dirección a Gonzar donde sellamos. El camino circula como hasta ahora si bien por caminos mejores y ya por algún andador junto a la carretera. Así llegamos a Ventas de Narón donde está César. Como aún es pronto y el camino nos dicen que es llano y en ligera bajada decidimos seguir hasta Palas de Rei. El camino lo recorremos fácilmente y sin ningún problema llegamos a este pueblo. Sellamos y buscamos algún sitio con menú de peregrino, siempre más barato. Conforme nos acercamos a Santiago hay mas menús de este tipo y a menor precio.
Seguimos adelante siempre por caminos parecidos a los de por la mañana, quizás mas llanos pero muy rompepiernas. Encontramos horreos en algunas de sus poblaciones y caseríos diseminados sin que sepamos muy bien su nombre. La verdad es que estos caminos se hacen muy agradables en especial por el disfrute de la bicicleta que en ellos se puede hacer.
Pasamos el límite de provincias y salimos de Lugo para entrar en A Coruña. Entramos en Melide, población de más entidad, sellamos y seguimos entre bosques y hasta Ribadiso de Baixo después de alguna fuerte rampa para cruzar la carretera. Sellamos en esta población y ya en una subida que ya se atoja dura llegamos a Arzúa. Solo estamos a 40 kilómetros de Santiago. En la plaza del pueblo aprovechamos unos rayitos de sol para arreglar un pinchazo que Vicky se ha hecho con.. ¡un anzuelo!
Hoy por suerte no tenemos que preocuparnos por el alojamiento. Unos amigos de Pedro tienen casa aquí y nos la dejan para dormir. Salimos a cenar y celebrar nuestra última cena con nuestros amigos de Bilbao. Buen churrasco y buen pulpo gallego regado con vino turbio. Después a dormir y mañana último día.
Ya tenemos la sensación de
haber llegado.
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