Huesca - Arrés

Por fin llega el día de la salida con una mezcla de nerviosismo por la aventura que nos espera y pena por ausentarnos tantos días de casa. Son la 8 de la mañana y puntuales, todos menos Vicky, llegamos a la Plaza de Navarra, lugar de salida. Hemos estado todos en la boda de José Manuel y nos hemos acostado a las 4 de la madrugada en no muy buenas condiciones....... creo que estamos locos.

Subimos a la catedral para hacernos las fotos de rigor, caras de sueño, bostezos y... nervios.

Son la 9 en punto y como decidimos días atrás salimos en dirección a Arguis. Esta etapa no la hemos hecho nunca y hay tramos que desconocemos por completo, pero confiamos en nuestro instinto de "explorador".

Hace mucho calor ya a esta hora y el día se espera sofocante. La calima tapa toda la sierra y eso no es bueno para nosotros. Circulamos en un principio por camino conocido de mil y una salidas y la sensación no es de estar empezando el Camino, pero poco a poco esto irá cambiando.

Hace cada vez mas calor y empezamos el primer ascenso de la ruta en dirección al pantano de Arguis.

En Arguis sellamos por primera vez, tomamos un refresco y un helado para combatir el calor y rápidamente salimos en dirección a Rasál. Ascendemos un poco y ya en el desvío a Rasál comienza un falso llano hasta la pardina de Labarza donde ya empezamos a descender frenéticamente. Sin entrar en Bentué de Rasál, seguimos por buena pista casi siempre en descenso. Tomamos un poco de liquido en la fresca fuente de Rasál y ahora por asfalto llegamos a La Peña.

Tomamos un camino parcialmente conocido y que circula paralelo a la vía del tren junto al pantano. Por este bonito camino-sendero llegamos a la presa de La Peña con un pantano a rebosar (esto es engañoso porque su capacidad es muy limitada). Aquí nos espera Cesar y este será el punto de nuestro primer almuerzo-comida.

Preparamos todo y estrenamos el hermoso jamón donado por Vicky y el queso traído por Santiago. Tomamos un café con hielo en el bar y con en medio de un calor insoportable salimos por la carretera en dirección a Santa Bárbara hasta el desvío a Paternoy en el km. 48 de esta carretera. Aquí comienza un camino desconocido para mí y que asciende entre bosques junto al barranco de Paternoy y que cruza una y otra vez el río. Esto que al principio es un incordio, al final es un placer para combatir el calor cada vez mas intenso. Que se lo digan a Vicky que se mete con bici y todo en las badinas.

Pasamos junto a Casa Lagé y Bergosal siempre por buenas pistas y entre un paisaje maravilloso con aspecto de alta montaña en muchos de sus tramos. A partir de este último punto, la pista se vuelve peor se va perdiendo y se convierte al final en un mal sendero. Se cruza varias veces el río y nosotros por un momento creemos que hemos dejado el buen camino y nos hemos perdido... rectifico... olvidaba que nosotros nunca nos perdemos. Por suerte vemos las casas de Paternoy y respiramos aliviados. Tomamos el camino de Paternoy al puerto de Santa Bárbara. Este asciende y desciende repetidamente y nuestras piernas están empezando a cansarse. Por fin ya en la carretera, pasamos el puerto de Santa Bárbara y descendemos a Bailo donde preguntamos como llegar a Arrés sin tocar asfalto. Así nos indican que vayamos por la pista de la pardina de Cocorro cosa que hacemos y en pocos kilómetros llegamos a Arrés, nuestra primera meta.

Han sido mas de 90 kilómetros y 6'30 horas de pedaleo real, pero por lo menos hemos conseguido nuestro objetivo.

Llegamos al albergue y este está en construcción. Nos recibe el hospitalero y nos indica donde ducharnos, donde dejar las bicis y donde comer. Nos duchamos con agua fría -muy fría- y preparamos los enseres para cenar y dormir.

El hospitalero resulta ser una persona "singular", ...por decir algo. Natural de Madrid y con una pinta de cura rebotado que espanta -durante el camino sabremos mas de él - nos enseña la iglesia y nos "invita" a rezar la "oración de la noche" o algo así. Esto me da mala espina, pero acudimos todos y resulta curioso ver como nos escondemos como colegiales hasta que "pillan" al pobre Cesar para leer la oración. La verdad es que el atardecer es precioso y la puesta de sol nos indica el camino que seguiremos nuestros próximos días -siempre a poniente-.

Cenamos ensalada, tortilla de patata y macarrones al hinojo elaborados por Giovanni, un curioso y educado italiano que ha buscado las hierbas por los campos cercanos y con el que charlamos agradablemente. Nos acompañan un barbado cura polaco de nombre impronunciable -que solo se ríe- con el que hablamos en francés macarrónico y un par de amigos más que no recuerdo de donde son. A las 12 de la noche todos a dormir. Calor, calor y más calor que no deja dormir bien, eso sin contar con los "linternazos" y subidas y bajadas de cremalleras de Santiago.

Mañana será otro día. Por fin estamos en el Camino de Santiago.