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Isaba - Espinal (1/2)
Jueves, día 3 de julio de 2008 Me duele la garganta. He dormido con la ventana abierta, bien envuelto en dos mantas, pero la noche ha sido fresca y me temo lo peor. La humedad ambiente es grande por el aguacero de ayer. Nos levantamos mucho mas tarde que otros días. Aún así, en el camping no se mueve ni un alma. Como el desayuno en el camping es muy tarde, usamos nuestras provisiones a base de zumos y bollería. No es lo mejor del mundo, pero no hay otra cosa. Nos llaman para formalizar nuestra inscripción ¡Desde ayer aún no les ha dado tiempo a copiar nuestros D.N.I.! ¡Dios!
Bien abrigados porque nos espera un largo y fresco descenso hasta Isaba, partimos pasadas las 8.30. Hoy le toca pedalear a Tere y Merche se queda en el coche de apoyo. Me parece que Tere le está cogiendo gusto a esto. Bajamos a toda velocidad, pero la sombría carretera y la temperatura hacen que los músculos no se calienten demasiado. Siempre acompañados por el río Belagua , llegamos a Isaba cuando los primeros rayos de sol empiezan a asomar. Estos seis kilómetros han sido un “regalo” añadido a la etapa. Por la tarde haremos otro regalito hasta Espinal. Un par de fotos, reagrupamos y tomamos la carretera provincial NA-140. Asciende muy suavemente, cosa que agradecemos, acompañados del río Uztárroz y en ambiente sombrío por la estrechez del valle. El sol ilumina justo la otra ribera del río. En cuatro kilómetros nos lleva hasta el pueblo del mismo nombre. Chavi va como loco buscando un lugar donde tomar café. Nada de nada, todos los bares que encontramos están cerrados a estas horas. La carretera sigue ascendiendo suave y oteando el horizonte intento adivinar por donde saldremos del valle y cuándo llegará la subida. Esta comienza tras pasar el barranco de Tropo . Aún así, es suave y llevadera y pronto nos deja en el collado de Laza (1109 m) donde está el mirador del mismo nombre. Una serie de carteles nos indican posibles rutas BTT. Poco a poco van llegando los demás. Todos, a pesar de la subida, seguimos abrigados y en las alturas, las nubes pasan a toda velocidad ocultando las cimas. No sé si son nieblas o alguna borrasca que desde Francia entra en nuestro territorio. Comienza ahora un descenso muy, muy rápido, de unos cuatro kilómetros. Aunque no me apetece, paro para hacer unas fotos de la gente bajando. Llegamos a la carretera NA-2011 que asciende al puerto de Larrau ya mítico por los problemas que tuvo Induráin en el Tour cuando lo ascendió por el lado francés. Son casi siete kilómetros de subida que se hacen duros desde el principio con las primeras revueltas. Aunque hay tramos más suaves, su longitud hace que el grupo se distancie. Voy bien, me encuentro muy bien durante la subida porque he cogido buen ritmo. Aún así, voy parando para hacer fotos de este entorno verde y seminublado que aumenta la intensidad del color. Cuando la carretera se hace más suave, vemos ya en la lejanía el puerto de Ollokia (1350 m) donde se sitúa la antigua aduana de fronteras y hoy una estación de esquí de fondo. Son algo más de las 11.15. Unos minutos más tarde llega el coche de apoyo con unos bocadillos y bebidas. Es la única forma de tomar algo a mitad de camino. De repente, en poco rato, aparecen un montón de ciclistas. Un grupo de bastante edad que vienen desde el Valle de Arán -con los que nos iremos cruzando a lo largo del día-, otros de carretera, alguno de los cuales se queda a charlar un ratito con nosotros. En este punto, Ismael, hijo de Chavi, va a bautizarse en una ruta larga a sus quince añitos. Le hemos librado de la parte tediosa como es el asfalto y le dejamos la más bonita. Esta zona la conozco bien desde hace años cuando con Peña Guara , en su sección de BTT, organizábamos una travesía por Irati en el otoño, época espectacular con sus hayedos plenos de color. Nos abrigamos más. César incluso se forra con un impermeable de cuerpo completo. El cielo se está cubriendo del todo e incluso parece que cae alguna gota. Tomamos la pista que por la izquierda desciende junto al río Pikatúa hasta el embalse de Koxta. Tiene un desnivel muy importante y el estado del terreno es regular. Mucha gravilla fina y mojada que impide que los frenos sean del todo fiables. Aún así, nos lanzamos todos, cada uno en la medida de sus posibilidades. Voy parando de vez en cuando para hacer fotos y controlar el grupo que hoy cierra Antonio con la emisora, turnándose con Michel. Tere es la que más apuros tiene en el descenso por la falta de costumbre y porque lleva un material en la bici que no da para más. A pesar de esto, no nos separamos demasiado.
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