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Viaducto sobre campos de naranjos
Se acaba lqa vía verde. A partir de ahora hay que buscarse la vida como sea.
Pedaleamos paralelos a la autovía y ya vemos Sagunto al fondo con su fortaleza vigilante. Mientras algunos creen adivinar el mar entre la espesa bruma,

Puçol. Michel ve un coche de fomento y se acerca a sus colegas para preguntarles. Siguiendo sus indicaciones llegamos al carril-bici. ¡SALVADOS!


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Ruta del Cid
Burgos - Valencia

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Barracas - Valencia (3/4)

 

No sabemos muy bien como seguir la ruta, así que tomamos la decisión de continuar por la N-234 que en el peor de los casos nos llevaría a Sagunto. Pedaleando todos juntos para evitar los riesgos del tráfico, escaso por otra parte, llegamos a Estivella en menos de 15'.

PUÇOL

Gracias a su situación geográfica, entre el mar y la montaña, los orígenes de Puzol se remontan a la época de los romanos que se instalan en el Trull del Moro. Llaman al lugar Puteus , que significa pozo, por la gran cantidad de agua que se encuentran en la zona.

En la época musulmana la aldea comienza a llamarse Puigsol, y alcanza gran popularidad por ubicarse entre dos grandes fortalezas, Sagunto y El Puig . En el siglo XIII la población es conquistada por Jaime I.

Con el tiempo continuara evolucionando su nombre a Pussol, y definitivamente se llamara Puzol.

A partir del siglo XV , después de la peste negra del siglo XIV , la población sufre una gran desarrollo gracias a la exportación de frutas.

Sus monumentos más importantes, la Iglesia de los Santos Juanes y el Palacio Arzobispal, fueron construidos en el siglo XVII por el Arzobispo de Valencia, Joan de Ribera, que también construye uno de los primeros jardines botánicos de España .

WIKIPEDIA

En esta localidad, César ya ha encontrado un bar donde preguntamos si nos harían unos bocadillos. Un hombre enjuto y servicial, nos dice que de lo que queramos. Nos prepara una mesa para todos y comienza a sacarnos lo que le hemos pedido. Mientras tanto, unos clientes del bar nos preguntan de dónde venimos y uno de ellos, ciclista de carretera, nos da unas explicaciones que, aunque en principio se nos hacen difíciles de seguir, intentamos retener en la memoria. Es difícil acordarse de nombres que no nos suenan de nada y como estamos cerca de Sagunto el número de carreteras y desvíos es muy grande, pero como luego veremos sus explicaciones serán de gran ayuda.

Mientras esperamos tomando unas cervezas y coca colas, el hombre nos saca unas guindillas y unas olivas. Las olivas desaparecen como arte de magia, pero con las guindillas es otro cantar. Chavi y Marcos las atacan sin piedad, pero cuando las pruebo me queman en la garganta como si fueran de fuego. En medio del jolgorio jaleamos a la pobre Paz para que las pruebe. Duda unos instantes, pero las coge. Al principio se mantiene expectante y sonríe como siempre, pero luego unos sofocos le suben hasta la cara que cambia de color mientras se bebe a toda prisa la coca cola entre las risas del grupo. Otra prueba superada, la de la guindilla asesina. Damos cuenta de unos bocadillos dignos de una boda y tras los cafés nos despedimos y decidimos retomar el camino.

Solo salir del pueblo sufrimos la primera complicación. Voy delante y sigo unas indicaciones que nos desvían de la carretera porque el puente está cortado. Seguimos los carteles y a los operarios que nos indican el camino de tierra por donde debemos continuar. Veo que los últimos que han salido siguen por la carretera y Paz se vuelve para avisarlos. Los que quedamos sonreímos maliciosamente: "con esa vocecita no la oirán" . ¡Mira que somos malos!

Efectivamente no la oyen y vuelve con nosotros que seguimos adelante por una pista en la que los coches circulan a mil por hora levantando nubes de polvo. Por fin salimos a la carretera y nos reunimos con los demás que nos esperan. Michel llama por la emisora asustado y preguntando dónde estamos. Piensa que nos encontramos por delante de él cuando en realidad estamos unos cientos de metros detrás.

Llegamos hasta Gilet tras pasar por una rotonda y seguimos por la nacional. Pedaleamos paralelos a la autovía y ya vemos Sagunto al fondo con su fortaleza vigilante. Mientras algunos creen adivinar el mar entre la espesa bruma, mi cabeza no para de dar vueltas e intentar recordar lo que nos dijo el ciclista de Estivella. No veo ninguno de los carteles y nombres que él me ha dicho. "Camí de San Jaume. Camí de San Jaume." repito una y otra vez para no olvidarme. Nada, no lo veo por ninguna parte mientras comenzamos a descender en dirección Sagunto. Me imagino que a Michel, siempre atento al camino, le pasa lo mismo porque no dice nada. Al final veo un cartel que indica el Camí de Lliria. Aflora el sexto sentido, otra vez, en forma de intuición y nos paramos en el desvío. Me adelanto para explorar el terreno y justo a la entrada del camino veo una señal de Vía Augusta ¡Genial¡ No sé si es este el camino que me indicaron, pero la vía Augusta pasa por Valencia.

La vía Augusta es una ruta marcada que sigue el trazado de la vieja vía romana que recorría el levante de Hispania. Deshago el camino para avisar a los demás y continuamos por el que he encontrado. Es un tramo rural en el que de vez en cuando aparecen unas señales junto al camino que indican el trazado. Nuestro objetivo es llegar a Puçol donde creo haber leído en internet que han habilitado un carril-bici hasta Valencia. A unos cientos de metros y rodeados de huertas de naranjos veo una indicación a San Jaume que me reafirma en que vamos en la dirección correcta. El camino rural, tras cruzar un par de autopistas, entra en Puçol por una futura zona industrial o similar. Seguimos por sus calles a ritmo lento buscando el camino a la playa, pero no lo encontramos. Michel ve un coche de fomento y se acerca a sus colegas para preguntarles. Siguiendo sus indicaciones llegamos al carril-bici. ¡SALVADOS!

El carril-bici nos da tranquilidad y rodamos tranquilos sin darnos cuenta que el sol nos está achicharrando la piel. Hoy casi nadie se ha puesto crema solar porque el cielo estaba cubierto y las previsiones eran que así siguiera.

El carril nos hace pasar por Puebla de Farnals sin solución de continuidad con Masamagrell y otros pueblecitos cercanos en una orgía de construcciones y urbanizaciones ahora paradas por la crisis del ladrillo. Solo pasar Museros , Luis pincha... ¡en un carril-bici! El colmo de un ciclista después de atravesar media España.

Reparada la avería continuamos, ya un poco aburridos, junto a vías de servicio, campos de arroz y huertas. La humedad, el calor y el olor a podredumbre en determinados momentos alargan el ansiado momento de acabar la etapa. Para matar el aburrimiento, vamos filmando un poco y tomando fotografías del grupo. Una masía que encontramos nos hace recordar Cañas y Barro de Blasco Ibáñez.

Albalat dels Sorells , Fallas , Meliana, donde debemos dar un pequeño rodeo para no circular en dirección prohibida, Alboralla, son los últimos pueblos antes de entrar en Valencia .

¡Por fin, lo hemos conseguido¡ o casi que aún debemos llegar hasta la Ciudad de las Ciencias. César nos llama por la emisora y nos dice que ya está en el hotel, que ha conseguido aparcar cerca y que no usemos la emisora porque la frecuencia está ocupada y podemos tener problemas.

Pedro conoce algo la ciudad y siguiendo los carriles bici que hay en muchas calles nos vamos acercando al centro. Nos cruzamos muchos ciclistas en este recorrido que con sus híbridas y escuchando música, se mueven a toda velocidad. Siguiendo la Avenida de Aragón -ya es casualidad- llegamos a la plaza Zaragoza -más casualidad- y entramos en los jardines del Viejo Cauce del Turia donde ya soltamos toda la tensión acumulada y bailamos saltando y cantando; ¡Oeee. oe oe oe oe. Oeeee. Oeeee! Abrazos, palmadas en las manos y a inmortalizar el momento. El GPS indica que estamos a un metro sobre el nivel del mar. Hasta hoy mismo por la mañana, en la salida, no hemos dejado de rondar los mil.

 

 

 

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