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Preparación de la ruta
El año pasado terminamos la Transpirenaica. Tras la lógica alegría por haber conseguido realizar uno de los retos más importantes que un ciclista de montaña puede soñar en este país, me invade un sentimiento de nostalgia y de vacío ¿Y ahora qué? ¿Qué otro objetivo me puede ilusionar? La sensación, a priori, es que nada lo podrá igualar. Acaba el verano y la mente se defiende del invierno soñando con la siguiente aventura. El camino de Santiago ya lo he realizado varias veces, la Vía de la Plata hasta Fisterra también. Quedan otros retos, sí, pero de momento difícilmente asumibles por su duración o longitud como la Trans-Andalus o el descenso del Ebro -GR 99-. Debe ser un proyecto de duración media para que se adecúe a la disponibilidad de tiempo de todos los compañeros. Así surge la idea de realizar la Ruta del Cid o del Destierro del Cid. Sé que a muchos de mis compañeros, en principio, les parece una ruta menor y no tan apetecible, pero con el tiempo van cambiando de idea. Busco información en internet y es bastante escasa, no existe una abrumadora cantidad de sitios y datos como en las aventuras ya realizadas. La primera web que consulto es www.caminodelcid.org y encuentro bastante información, pero hacen la ruta excesivamente larga con un montón de recorridos circulares, con muchas variantes y lo que yo necesito es un recorrido lineal que no sea de una longitud inasumible. Además, diversas opiniones recogidas en la red, indican que el trayecto está en pañales, inacabado y con abundantes carencias. Partimos de la base que el Cid no siguió un recorrido único, que en su peregrinar luchó como mercenario aliándose con un montón de caudillos árabes o cristianos según conveniencia. Tras un tiempo encuentro una serie de páginas que me abren los ojos y sobre las cuales trazaré el recorrido. Se tratan de http://es.wikiloc.com/wikiloc/ de Jordi C, http://www.cicloide.com/ y http://www.agachaelomo.com/ , así como la página de los canarios -famosos por sus largos recorridos y buena preparación de este tipo de rutas- que encuentro en una página ya clásica para los ciclistas http://www.amigosdelciclismo.com/rutas/portierrasdelcid. Al final son la primera y cuarta las que más información me han aportado ayudándome a certificar que las variantes en las que iba trabajando eran correctas. Sobre la base de sus tracks y recomendaciones, comienzo el marcaje del recorrido con programas como el CompeGPS y el Oziexplorer intentando eliminar, en la medida de lo posible, los tramos que transitan por asfalto. Es difícil, pero lo intento a pesar de arriesgarme en alguna "embarcada" por la que mis compañeros de pedal me odien un poco más. Son meses de repetir una y otra vez el recorrido, casi metro a metro, conseguir los mapas de la zona por la que pasamos -han sido muy útiles los de IOGREA , paladín del GPS en España- y documentar los pueblos y lugares de paso, así como intentar cuadrar los recorridos para que sean asumibles y tengamos algún lugar donde pernoctar con cierta comodidad. En bastantes puntos del recorrido encuentro varias opciones para la ruta. Las marco con waipoints alternativos y ya tomaremos una u otra según las circunstancias. También utilizo Google Earth ya que puede ser una maravillosa herramienta para recorrer a vuelo de pájaro virtual todo el recorrido y hacernos una idea aproximada de los desniveles y trazado general de cada etapa. Poco a poco el sentimiento de ruta "fácil" se va desvaneciendo algo y la necesaria longitud de las etapas -casi todas rondan los 100 km- me hacen desconfiar un poco, sobre todo, porque un grupo grande, aunque la preparación sea buena, siempre se mueve de forma torpe y multiplica el riesgo de averías o aumenta el número de paradas "no previstas". Paralelamente y conforme las etapas se consolidan, Michel -compañero de la Peña Cicloturista Huesca y "especialista" en logística- trabaja arduamente para conseguir alojamiento para todos los finales de etapa. Es muy difícil. Somos, en principio, trece personas y en muchos de los alojamientos o no tienen sitio para esos días o no hay espacio suficiente para todos. Estamos en crisis económica, pero casi todo está completo. Finalmente lo resuelve y conseguimos descender un poco, solo un poco, el nivel de estrés. Para evitar problemas de última hora, si es que eso es posible, en mayo damos por cerrada la lista de participantes. Cuando ya parece que todo está encarrilado, como de costumbre, aparecen los problemas. Antonio Gros, compañero de mis últimas aventuras y encargado de la "ingeniería", se rompe el húmero en una de las salidas y a dos semanas de la partida, lo que imposibilita su recuperación a tiempo. Queda el tema del coche de apoyo. Decidimos alquilar una furgoneta en la que quepan once bicicletas y nuestras pertenencias. El precio no es alto y nos puede dar bastante juego. La conducirá César "orejillas" que vuelve al redil del grupo tras su ausencia el último año por motivos laborales. La comunicación directa con el coche de apoyo se prevé escasa, necesitamos un buen sistema de comunicaciones. Los móviles hacen su papel, pero no es una buena opción para su uso continuo. Entran en juego entonces las emisoras de "dos metros". Una en el coche y otras dos en el grupo. Una siempre la llevará el que vaya en cabeza y otra la llevará el que cierre el grupo. En principio, salvo en alguna etapa con mayores desniveles, confío en que consigamos pedalear relativamente agrupados. Para ultimar detalles, conocer a los nuevos compañeros y repartir la documentación del viaje que ha realizado Michel, organizamos una cena con todo el grupo y otros compañeros de pedal a modo de inicio de aventura. Bueno, ya está todo arreglado, nos iremos en tren hasta Burgos y regresaremos de Valencia de la misma forma. ¡pues no! A dos días de salir y cuando intentamos reservar los billetes del tren nos dicen que está completo. Que de Zaragoza a Burgos no cabe un alma. Alguien me lo puede explicar. Con Michel, intentamos durante toda una mañana encontrar una forma de llegar a Burgos. Nada, ni trenes ni autobuses. Antes de echar mano de nuestros coches -no nos hace ilusión que se estén aparcados más de una semana en medio de Burgos- quemamos nuestro último cartucho; alquilaremos dos turismos para llegar al punto de partida y tres personas viajarán en la furgoneta de apoyo. Después de recorrer varias agencias de alquiler, solo en una nos permiten dejar los vehículos a término sin que el precio sea escandaloso. Los alquilamos de inmediato.
Cuando escribo estas líneas, a dos días de partir, los integrantes de la aventura somos; Michel, Miguel, Luis, Pedro, Tere, Paz, José Luis, Marcos, Jesús, Chavi, Edu (problemas de última hora impiden participación) y César. En definitiva, diez pedaleando y un conductor de apoyo. Las etapas, en principio, quedan de la siguiente forma:
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