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Debemos atravesar numerosas puertas para el ganado que siempre debemos cerrar

Atravesamos alguna puerta de ganado y varios regatos de agua que superamos con facilidad

Carteles explicativos a lo largo del recorrido

Pelea entre toros


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Ruta Cañada Real Soriana Occidental
Soria -Salamanca

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Pradena - Valsaín

 

Lunes 5 de julio de 2010

A pesar de estar en fiestas y de dormir con la ventana abierta, no me he enterado de nada. He dormido de un tirón, sin embargo, mi tendinitis y mi escocedura no han mejorado nada aún con el tratamiento con crema. Suena la bocina de Antonio algo más tarde que otros días, pues ayer quedamos en retrasar la salida al ser una etapa más corta. Como tenía todo preparado de ayer noche, enseguida bajo las cosas al coche. El coulotte me roza una barbaridad, así que me pongo unas gasas estériles empapadas en crema antes de bajar a desayunar.

El aspecto de todos denota algo de cansancio fruto de las pocas horas de sueño y del ejercicio. Nos vamos acomodando alrededor de la mesa donde la chica del hostal nos ha dejado preparado todo para que nos sirviéramos. Leche, café en sobres, tostadas, mermelada y mantequilla. Es el primer día que vamos a desayunar antes de salir. Yo me tomo un antiinflamatorio para prevenir y evitar algo el dolor de la rodilla.

Cuando acabamos, los más rezagados se acercan a dejar los equipajes en el coche de apoyo y engrasamos un poco las bicicletas. Aprovecho para hacer una foto individual de todos los que participamos en la ruta salvo de Yoli e Isma que están durmiendo.

Empezamos el recorrido saliendo del pueblo hasta la N-110 para cruzarla y tomar un camino que al principio corre paralelo a ella junto al área recreativa El Bardal . Comenzamos a ascender suavemente por la Cuesta del Santo y paralelos al arroyo Carramingo . Vamos en grupo, sin forzar demasiado, intentando calentar los músculos. Aún así, noto un pinchazo en la rodilla y el ánimo me baja un poco. Bien se vale de los chascarrillos de Edu para desviar un poco mi atención. En poco más de 2.5 km entramos de nuevo en la cabañera. El camino toma ahora dirección oeste al alcanzar la cota de 1200 m y pronto llegamos a la primera puerta para el ganado. Un cartel de información nos indica la buena dirección. El camino es bueno y de rodar fácil, incluso desciende de forma ligera, serpenteando entre el bosque de sabinas para mantener la altura. Con la luz del amanecer, la agradable temperatura y lo verde del paisaje, la imagen es inolvidable.

A los 5 km de la salida este camino idílico termina y abocamos a otra pista mejor que llanea en dirección sur hasta retomar otra vez la dirección oeste. Dejamos a nuestra derecha, a poca distancia, los pueblos de La Mata y Castillejo desde los que sube un ramal de la cañada que, al ser de menor tamaño, se le llama colada de la Dehesa .

Volvemos a desembocar en un camino muy compactado y ancho con aspecto de ser transitado por camiones. Así es. Llegamos a una planta de áridos que debemos rodear. Mis señales indican un camino medio enterrado por unos montones de grava gigantescos. Tras unas breves averiguaciones, seguimos el camino trazado que nos devuelve a la cañada tras una pequeña subida.

El recorrido está tapizado por hierba baja y solo asoma la tierra en las rodadas dejadas por los vehículos de los pastores. El trazado serpentea por dentro de la cañada, delimitada en todo momento por muros de piedra y zonas boscosas de sabinas, para vencer los pequeños desniveles que aparecen de forma intermitente. No parece tener fin.

A algo más de 8 km de la salida debemos cruzar una pequeña hondonada donde la cañada es cruzada por la colada de Viciahonda y el arroyo del mismo nombre. Poco después, antes de cruzar el arroyo Matahebras , encontramos un cartel indicador del Coladillo . Se trata de unas construcciones de característica ganadera con otros añadidos auxiliares, además de ser un importante descansadero para 10.000 ovejas.

El camino continúa siempre por dentro de la cañada y con las mismas características, hasta que aparece una zona en la que parece han enterrado una tubería de forma paralela al trazado. En algunos puntos, como consecuencia de no estar acabado o por deslizamiento de la tierra, la tubería queda al aire y vemos el indicador de que lleva agua potable. Estos movimientos de tierra nos obligan a pedalear sobre la hierba y nos dificulta el avance. Esto nos obliga a que, en ciertas ocasiones, debamos echar pie a tierra para remontar algún barranco inundado.

Tras llegar a un alto desde el que vemos los pueblos de Matabuena -más grande- y Matamala -más pequeño- a la derecha, comenzamos a descender por buena pista hasta la Data de la Mata Cerrada . A partir de aquí ascendemos de nuevo. Atravesamos alguna puerta de ganado y varios regatos de agua que superamos con facilidad. Comenzamos a estar rodeados de ganado vacuno hasta Navalcollado , punto más alto en el que dejamos el pueblo de Gallegos a nuestra derecha y donde encontramos un rebaño de ovejas custodiadas por un mastín que, sin molestarnos, no aleja su mirada de nosotros.

Con César y Yoli hemos quedado en Navafría para almorzar algo y contactamos con él a través de la emisora. Para llegar hasta el pueblo, solo queda descender por pista hasta la zona de Prao Toro y después, por un camino más herboso, hasta la carreterita que lleva a Lozoya , dejando Ceguilla a la derecha, y que recorremos para entrar en Navafría .

En el pueblo encontramos dos bares muy pequeños. En ninguno hay espacio para tanta gente. Como hay un pequeño supermercado, decidimos comprar unas latas de refresco, de conservas, embutidos y bollería. En la panadería compramos pan y en la plaza del pueblo, a la sombra de los árboles y con la fuente cerca, nos preparamos unos hermosos bocadillos que comemos con fruición. Cuando terminamos, ya con mejor temple, nos tomamos unos cafés en uno de los bares e incluso hay quien prueba suerte con la lotería.

Después de rellenar nuestros "camelbacks" de agua, salimos del pueblo tras cruzar el río Cega por un puente. Una ligera subida y entramos de nuevo en la cañada. Se trata de un camino en buenas condiciones que asciende suavemente. Durante el trayecto cruzamos el regato de Peña Lobato y nos encontramos un grupo de caballos que pastan a sus anchas. Son preciosos y están limpios como patenas. Poco después, al llegar a un pequeño alto, debemos descender trialeando entre sabinas. A la mayoría este tipo de sendero nos divierte, pero nuestras dos chicas lo pasan un poco peor y deciden desmontarse. Pronto retomamos el camino por un tramo herboso que corre paralelo a la N-110 y que termina convirtiéndose en un pequeño sendero. En una ocasión debemos desmontar para atravesar un pequeño regato de agua tras el cual tenemos un despiste.

La cañada se adivina clara, pero no vislumbramos ningún camino que siga por ella. Vemos, a nuestra izquierda, una gran cancela cerrada con un candado, pero con un paso giratorio para personas tras la que se adivina un buen camino que, además, continúa en la dirección que llevamos en el gps. Marcos, Chavi y yo comenzamos a juguetear con la puerta giratoria como si fuéramos unos críos. Las bicicletas las debemos pasar a pulso sobre la puerta. Cuando acabamos el transporte, comenzamos a ascender, pero al llegar a un cambio de dirección, descubrimos que hay una valla bastante artesanal y no encontramos ningún paso en ella. Nos damos cuenta, que al otro lado de la valla, dos toros se enfrentan con sus testuces en un combate de titanes mientras, en un todoterreno, se alejan unas personas que nos gritan algo que no entendemos. Eso nos asusta un poco, porque la alternativa de saltar la valla y cruzar campo a través, empieza a no ser tan atractiva.

Decidimos explorar un poco la zona. Marcos y yo ascendemos para ver si el camino rodea la finca por algún lado. Michel deshace el camino pedaleado y nos llama porque ha encontrado, medio camuflada, una entrada. Bajamos hasta donde está él y, Antonio y yo, nos adelantamos rodeando vacas en dirección a un ganadero que está junto a un corral. Afortunadamente los toros ya no están y la distancia a recorrer no es muy grande. Yo espero que el dueño del ganado nos eche una bronca, pero ante mi asombro, nos llama y nos indica amablemente la salida. Los demás van llegando poco a poco y cuando estamos todos nos quedamos a charlar con el dueño.

Es un hombre con gran mostacho blanco y muy afable. Nos cuenta que acaba de traer un toro de otro lugar y que al soltarlo se ha empezado a pelear con el que tenía aquí. Edu, socarrón como siempre, le pregunta que si se lo deja torear. Lo que no se espera es que el hombre acepte y le diga que ahí lo tiene, que empiece. Edu se amilana y con fútiles excusas rechaza la oferta. ¡Por la boca muere el pez! Nos comenta que el camino que debemos seguir es bueno y nos indica por donde deberíamos haber seguido la cañada para evitar este trago.

 

 

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