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Espinal - Etxalar (2/2) En este lugar, unos carteles anuncian la presencia de monumentos megalíticos que nos acercamos a visitar. Hay muchos crómlechs pirenaicos. Estos son un círculo de piedras verticales cuyas dimensiones más frecuentes van de 3 a 7 metros de diámetro, siendo la altura de las piedras de menos de 1 metro, aunque algunos testigos pasan del metro, pero solo vemos y fotografiamos unos cuantos.
Volvemos a la muga 102 y tomamos en descenso una pista herbosa que a los pocos metros muere en una borda arruinada con una valla de piedra medio perdida bajo los árboles. Intuimos que al otro lado sale un camino, así que rodeamos la valla y aparece un camino muy deteriorado, lleno de hojas muertas de haya y muy húmedo por el que se baja a duras penas sobre la bici. En un tramo de estos me caigo dándome un fuerte golpe en la rodilla que de momento no me impide pedalear. Bueno, es mi primera caída. Entramos en el conocido valle del Baztán . Poco después el camino aboca a otro, que aunque bastante deteriorado, se puede ciclar con cuidado pues baja bastante agua por sus márgenes. El camino es cada vez mejor y salimos a terreno más abierto donde solo nos rodean mares de helechos. A nuestro pies todo el valle de Baztán plagado de bordas sobre un verde rutilante a lo que ayuda un día luminoso. Me quedo con Michel en la bajada para hacer unas fotos del valle cuando Carmen nos llama para reservar el almuerzo. Le decimos que pida bocadillos y que llegamos pronto. Casi a la vez le llaman de Irún, del hotel donde reservamos las habitaciones, para comentarnos unos cambios. El pobre Michel va a acabar loco, pura logística "in itinere". La pista se transforma en asfalto y ahora descendemos a toda velocidad hasta llegar a la NA-2600 que tomamos a la izquierda para descender hasta Erratzu , precioso pueblo con algunas casas con balconadas impresionantes y donde nos esperan los coches de apoyo. El lugar donde comemos es un bar bajo un porche donde sentados en unas mesas damos buena cuenta de unos hermosos bocadillos calientes de diverso tipo. El mío de tortilla con chistorra está que se sale y si a eso le añadimos que estamos con una napolitana en el cuerpo, pues eso... Salimos del pueblo hasta una plaza, junto al centro de salud, donde terminamos de comer algo de fruta y Edu carga la bici en el coche de apoyo ya que teme que la rueda y él no aguanten más. Ismael la comienza aquí su trayecto. Tras un ratito, seguimos en bajada mientras nos planteamos el cambio de ruta para seguir la que nos propusieron el día ayer en el camping. Antonio que conoce esta zona está a favor de la alternativa. Tras una pequeña parada en una casa de turismo rural donde este pasó unos días y donde nos hacemos una foto, llegamos a Arribiltoa donde hacemos una parada para tomar unas tisanas y un café en una fábrica de licores. Salimos a la carretera N-121B que asciende hacia el puerto de Dantxarinea . La subida es bastante cómoda, pero por la hora del día, el calor aprieta fuerte. Dejamos a la derecha el desvío a Maya Amaiur . El puerto comienza a subir algo más y lo hacemos en un par de grupos. Vamos atentos a no pasarnos el desvío adecuado ya que hay algunos caminos que salen en la dirección que buscamos. Al final, son unos siete kilómetros hasta el collado de Lizarmeaka donde paramos en una zona recreativa con alguna sombra y donde varias familias pasan el día. Son unos 350 metros de desnivel desde que tomamos esta carretera. Nos desviamos ahora por la carreterita NA-4453 que sale en ascenso, pero que en poco tiempo alcanza un colladito desde el que empieza un velocísimo descenso hacia el valle de Salaberri . Paramos un momentito porque desde aquí podemos ver el mar Cantábrico y la costa francesa. Bajando hay un momento en el que alcanzo los 73 km por hora en un tramo de curvas abiertas, pero, nuevamente, se debe imponer la sensatez ya que estas cada vez se hacen más cerradas y puede aparecer algún vehículo. Mientras descendemos voy oteando el lugar para salir del valle y no veo ninguna salida. Me temo lo peor y que el camino nos esconda una trampa. Cuando llegamos a Indartea y cruzamos el río Erreka que se introduce en un estrecho, esta se hace visible y comenzamos a subir de nuevo con cierta dureza aumentada por el calor sofocante que hace en este profundo y cerrado valle. Esto pasa cierta factura y Pedro comienza a sufrir más de lo normal. Se va quedando atrás acompañado de Michel, Chavi e Ismael. Así llegamos al punto, collado de Eskisardi , en el que retomamos el track y la ruta de la guía y que en un principio íbamos a seguir. Tomamos un camino en acceso que se introduce en el bosque cerrado que está muy húmedo, con bastante barro y que a veces nos obliga a desmontar por el riesgo de caídas. Nos damos cuenta que podíamos haber tomado un par de alcuerces para evitar una gran curva por la que hemos ascendido al puertecito, pero ya es tarde y no lo conocíamos. La pista va mejorando y a pesar de algún repecho llegamos al collado Also donde hay un árbol singular y desde el que ya descendemos hasta la carreterita que ya asfaltada baja hasta Etxalar. Esta aparece en los mapas como camino, de ahí mi error. Nos vamos quedando sin agua y Pedro por este y otros motivos va muy tocado. Todos tenemos nuestros malos momentos. El descenso es rápido y los primeros bajan sin parar hasta Etxalar . Yo me quedo entre medio para ir haciendo fotos. En una de mis paradas espero a que lleguen los últimos, pero tardan mucho. Me empiezo a preocupar porque no les he podido coger tanta ventaja. Cuando voy a llamar por el móvil a Michel, aparecen. Pedro va como un zombi y bajamos despacito para evitar riesgos. En el pueblo nos esperan todos y bajamos hasta la plazoleta de la iglesia. Son las cinco de la tarde, buena hora para acabar la etapa. Las chicas del coche de apoyo nos llevan hasta nuestra casa de turismo rural, Casa Tompalenea , en la que nos alojamos. Es impresionante y aparentemente recién arreglada. Pedro hecho polvo se acuesta y se queda dormido en segundos. Hoy no me engañan y elijo la litera superior, ancha y protegida. Una buena ducha y un ratito de tertulia en la terraza comiendo unas patatas fritas, nos dejan como nuevos. Poco después aparece Pedro y vamos a dar una vuelta por un pueblo que se anima rápidamente. Hacemos hora y vamos a comer a Casa Basque de donde tenemos buenas referencias por la calidad y cantidad de su comida. Se cumplen las expectativas y empiezan a sacar comida sin parar. Jamón, croquetas, chistorra, queso, ensaladas, judías secas en abundancia y carne de cordero que no podemos acabar. Eso, sin contar postres y chupitos a los que nos invita el dueño, siempre atento a lo que necesitamos. No podemos más y vamos a dar una vuelta por el pueblo para bajar la cena y para ver por donde deberemos salir mañana. Estamos que estallamos, bueno, alguno estalla. Así llega la noche que está despejada y nos retiramos a dormir. Mañana ya solo queda una etapa corta que nos llevará a nuestro destino final para tocar el agua del Cantábrico. Las previsiones son de lluvia, pero esperamos que nos respete hasta la llegada.
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