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Camprodón - Planoles (1/2) Martes, día 10 de julio de 2007 Hemos dormido en el camping Els Solans . Como habíamos planeado ayer, a la vista de las previsiones del tiempo para hoy, decidimos realizar la etapa "corta" del libro de Jordi Laparra. Está, en la edición primera, era la etapa base, pero en la última edición se sustituye por otra más larga que asciende algo más, aunque acaba en el mismo sitio. No está de más darnos una tregua, aunque en mi fuero interior tengo dudas de haber acertado porque el día sale despejado y soleado en contra de lo esperado el día anterior. Al final del día tendré la respuesta.
Como decía, al realizar la etapa corta nos podemos conceder el regalito de levantarnos más tarde, a las 8 h. Así damos algo de tiempo a que el terreno se seque ya que ayer llovió con insistencia. Sin embargo, debe ser por la costumbre, a las 7 h ya estamos todos, o casi todos, pululando por el bungaló, recogiendo la ropa y enseres que colgamos en un tendedor improvisado. Vaya revoltijo de habitación. Para evitar sacar más cosas de la furgoneta, con el consiguiente follón, nos bajamos a desayunar al bar del camping. Hay que tener en cuenta que ahora en la furgoneta, que está a rebosar, va todo lo que antes estaba en el otro coche de apoyo. Atacamos como posesos unas ensaimadas, aún calentitas y que compartimos entre todos. César P se queda por motivos obvios sin pedalear. A ver si tiene suerte y le mandan la bici a tiempo. Ya todos en perfecta formación, a las 9.15 h, nos hacemos la foto de salida como todos los días. Tenemos que regresar hasta Campodrón para comenzar la etapa, así que pedaleamos un par de kilómetros de descenso hasta el pueblo. Debido a la lluvia del día anterior, el ambiente está fresquito. Tras un recorrido por todo el pueblo en busca del track perdido porque las calles son solo de una dirección, damos más vueltas que una peonza. El caso es que por fin encontramos la salida en dirección a Llanars, bonito pueblo cruzado por la carretera y al que se accede sin demasiado desnivel. Calentamos los músculos pedaleando agrupados, aprovechando el solecito que nos calienta las piernas y con el que nos ha regalado la jornada mientras ya vemos a la izquierda en lo alto el siguiente destino, La Roca. El pedaleo fácil se acaba cuando tomamos el desvío a la izquierda para atravesar el río Ter y ascender por una pista asfaltada que ya tiene cierto desnivel, preludio de lo que nos queda. En menos de medio kilómetro nos deja en el pueblo La Roca , que como su nombre indica, está en un risco colgado sobre el valle. La pista asfaltada continua en un ascenso ahora algo más ligero hasta Abella . En este pueblo continuamos hasta que el asfalto se transforma en tierra y aparece ante nosotros una pared corta, pero infernal por la que es casi imposible ascender y que acabamos como podemos, para salvar nuestro orgullo, en un llanito donde un par de ganaderos observan las reses al otro lado del valle mediante prismáticos. Les preguntamos por el resto del trayecto y nos dicen que queda algún tramo muy duro pero que el resto es llevadero. En este intervalo, llegan los que faltan y todos, en grupo, comenzamos el ascenso realizando mil y una fotos. El paisaje desde luego se lo merece y se me antoja un parecido bastante grande con la subida a las minas de Parzán por el valle del río Real, en la zona de Bielsa, en Huesca. Bastante llevadero, aunque a ratos, hay alguna que otra rampa mucho más intensa, pero que nunca es demasiado larga y que nos obliga a desmontar. Vamos recorriendo el valle por su vertiente izquierda e incluso aparecen zonas más llanas y con algo de bajada hasta llegar a un refugio - Pla de Satlla -, junto al torrent dels Forquets , con una gran zona de pastos. Se intuye la subida ahora por la otra vertiente y tras cruzar un puentecito realizamos un par de recurvas más inclinadas que en poco tiempo nos dejan en un collado desde el que ya se ve el valle que desciende a Ribes. En este momento me llevo una agradable sorpresa. Me había liado y pensaba que la Collada Verda estaba a 1950 m y la realidad es que está a 1590 m. Vaya sorpresita más agradable. Solo le faltaba esto al soleado día del que disfrutamos, aunque hace un viento muy fresco que obliga a abrigarnos.
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