título
Hoy es
INICIO - DIARIO - CONSEJOS - GPS -INTERÉS
Martín Muñoz, conde de Coimbra
Martín Angolinez, burgalés
Batalla medieval

Rapto de las hijas del Cid


Descargar el libro

Ruta del Cid
Burgos - Valencia

en PDF (11 Mb)

 

 

El Cid al servicio de Alfonso VI. Las causas del destierro

La imprevista muerte de Sancho II hizo pasar el trono a su hermano Alfonso, que regresó rápidamente de Toledo para ocuparlo. Las leyendas del siglo XIII han transmitido la célebre imagen de un severo Rodrigo que, tomando la voz de los desconfiados vasallos de don Sancho, obliga a jurar a don Alfonso en la iglesia de Santa Gadea (o Águeda) de Burgos que nada tuvo que ver en la muerte de su hermano, osadía que le habría ganado la duradera enemistad del nuevo monarca. Por el contrario, nadie le exigió semejante juramento y además el Campeador, que figuró regularmente en la corte, gozaba de la confianza de Alfonso VI, quien lo nombró juez en sendos pleitos asturianos en 1075. Es más, por esas mismas fechas (en 1074, seguramente), el rey lo casó con una pariente suya, su prima tercera doña Jimena Díaz, una noble dama leonesa que, según las investigaciones más recientes, era además jura de santa gadeasobrina segunda del propio Rodrigo por parte de padre. Un matrimonio de semejante alcurnia era una de las aspiraciones de todo noble que no fuese de primera fila, lo cual revela que el Campeador estaba cada vez mejor situado en la corte.

Así lo muestra también que don Alfonso lo pusiese al frente de la embajada enviada a Sevilla en 1079 para recaudar las parias que le adeudaba el rey Almutamid, mientras que García Ordóñez (uno de los garantes de las capitulaciones matrimoniales de Rodrigo y Jimena) acudía a Granada con una misión similar. Mientras Rodrigo desempeñaba su delegación, el rey Abdalá de Granada, secundado por los embajadores castellanos, atacó al rey de Sevilla. Como éste se hallaba bajo la protección de Alfonso VI, precisamente por el pago de las parias que había ido a recaudar el Campeador, éste tuvo que salir en defensa de Almutamid y derrotó a los invasores junto a la localidad de Cabra (en la actual provincia de Córdoba), capturando a García Ordóñez y a otros magnates castellanos. La versión tradicional es que en los altos círculos cortesanos sentó muy mal que Rodrigo venciera a uno de los suyos, por lo que empezaron a murmurar de él ante el rey. Sin embargo, no hay seguridad de que esto provocase hostilidad contra el Campeador, entre otras cosas porque a Alfonso VI le interesaba, por razones políticas, apoyar al rey de Sevilla frente al de Badajoz, de modo que la participación de sus nobles en el ataque granadino no debió de gustarle gran cosa.

De todos modos, fueron similares causas políticas las que hicieron caer en desgracia a Rodrigo. En esos delicados momentos, Alfonso VI mantenía en el trono de Toledo al rey títere Alqadir, pese a la oposición de buena parte de sus súbditos. En 1080, mientras el monarca castellano dirigía una campaña destinada a restaurar el gobierno de su protegido, una incontrolada partida andalusí procedente del norte toledano se adentró por tierras sorianas. Rodrigo hizo frente a los saqueadores y los persiguió con su mesnada hasta más allá de la frontera, lo que, en principio, era sólo una operación rutinaria. Sin embargo, en tales circunstancias, el ataque castellano iba a servir de excusa para la facción contraria a Alqadir y a Alfonso VI. Además, los restantes reyes de taifas se preguntarían de qué servía pagar las parias, si eso no les garantizaba la protección. Al margen, pues, de que interviniesen en el asunto García Ordóñez (que era conde de Nájera) u otros cortesanos opuestos a Rodrigo, el rey debía tomar una decisión ejemplar al respecto, conforme a los usos de la época. Así que desterró al Campeador.

 

El primer destierro del Cid. Sus servicios a la taifa de Zaragoza

Rodrigo Díaz partió al exilio seguramente a principios de 1081. Como otros muchos caballeros que habían perdido antes que él la confianza de su rey, acudió a buscar un nuevo señor a cuyo servicio ponerse, junto con su mesnada. Al parecer, se dirigió primeramente a Barcelona, donde a la sazón gobernaban dos condes hermanos, Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II, pero no consideraron oportuno acogerlo en su corte. Ante esta negativa, quizá el Campeador hubiera podido buscar el amparo de Sancho Ramírez de Aragón. No sabemos por qué no lo hizo, pero no hay que olvidar que Rodrigo había participado en la batalla donde había sido muerto el padre del monarca aragonés. Sea como fuere, el caso es que el exiliado castellano optó por encaminarse a la taifa de Zaragoza y ponerse a las órdenes de su rey. No ha de extrañar que un caballero cristiano actuase de este modo, pues las cortes musulmanas se convirtieron a menudo, por una u otra causa, en refugio de los nobles del norte. Ya hemos visto cómo el mismísimo don Alfonso había hallado protección en el alcázar de Toledo.

Cuando Rodrigo llegó a Zaragoza, aún reinaba, ya achacoso, Almuqtadir, el mismo que la regía en tiempos de la batalla de Graus, uno de los más brillantes monarcas de los reinos de taifas, celebrado guerrero y poeta, que mandó construir el palacio de la Aljafería. Pero el viejo rey murió muy poco después, quedando su reino repartido entre sus dos hijos: Almutamán, rey de Zaragoza, y Almundir, rey de Lérida. El Campeador siguió al servicio del primero, a quien ayudó a defender sus fronteras contra los avances aragoneses por el norte y contra la presión leridana por el este. Las principales campañas de Rodrigo en este período fueron la de Almenar en 1082 y la de Morella en 1084. La primera tuvo lugar al poco de acceder Almutamán al trono, pues Almundir, que no quería someterse en modo alguno a su hermano mayor, había pactado con el rey de Aragón y el conde de Barcelona para que lo apoyasen.

Temiendo un inminente ataque, el rey de Zaragoza envió a Rodrigo a supervisar la frontera nororiental de su reino, la más cercana a Lérida. Así que a fines del verano o comienzos del otoño de 1082, el Campeador inspeccionó Monzón, Tamarite y Almenar, ya muy cerca de Lérida. Mientras les tomaba a aljaferia de zaragozalos leridanos el castillo de Escarp, en la confluencia del Cinca y del Segre, Almundir y el conde de Berenguer de Barcelona pusieron sitio al castillo de Almenar, lo que obligó al Campeador a regresar a toda prisa. Tras negociar infructuosamente con los sitiadores para que levantasen el asedio, Rodrigo los atacó y, pese a su inferioridad numérica, los derrotó por completo y capturó al propio conde de Barcelona. La campaña de Morella en 1084 sucedió de forma muy similar. El Campeador, después de saquear las tierras del sudeste de la taifa de Lérida y atacar incluso la imponente plaza fuerte de Morella, fortificó el castillo de Olocau del Rey, al noroeste de aquella. La posibilidad de tener tan cerca y tan bien guarnecidos a los zaragozanos, hizo que Almundir, esta vez en compañía de Sancho Ramírez de Aragón, se lanzase contra ellos. El encuentro debió de producirse en las cercanías de Olocau (seguramente el 14 de agosto de 1084) y en él, tras duros combates, la victoria fue de nuevo para Rodrigo, que capturó a los principales magnates aragoneses.

 

 

INICIO - DIARIO - CONSEJOS - GPS - INTERÉS
título

Página creada el 29/07/2007 por Miguel Soler Gracia. Optimizada para IE4.0 o superior. Resolución 800x600 o superior, 32 bits de color y el pluggin de Flash. Se autoriza a todo el que visite esta web, al uso del material que en ella se contiene siempre y cuando no se haga ningún uso comercial de él. En todo caso, se hará mención clara y explícita del autor y origen de los datos.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.