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Aldehuela de Calatañazor. Punto de entrada en la Cañada Real Soriana Occidental
De vez en cuando debemos portear la bici
Duro pedaleo sobre hierba

Atalaya de Quintanilla de Tres Barrios que se alza sobre una eminencia a unos 1.000 metros de altura. Es una torre vigía de forma cilíndrica y de origen musulmán.


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Ruta Cañada Real Soriana Occidental
Soria -Salamanca

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El grupo se ha estirado mucho y poco a poco van llegando los demás con cuentagotas. Alguien comenta que a Chavi se le ha roto la bici. El barro le ha doblado la patilla del cambio y lo ha roto así que llamamos a César y a Yoli para que vengan con los coches de apoyo. Entre tanto, subo con Manolo a la parte alta del pueblo para buscar el lugar por donde continúa el recorrido. Encontramos una fuente donde, con una exigua manguera, intentamos limpiar algo el barro de las bicis. Unos lugareños nos advierten que si nos ve el señor alcalde nos va a echar la bronca, así que decidimos volver con el resto de los compañeros que aguarda a la entrada del pueblo.

Justo donde nos encontramos, unas mujeres con un crio salen a la puerta de su casa y nos dejan una manguera con la que todos limpiamos algo las bicis. César y Yoli ya han llegado y aprovechamos para reponer fuerzas comiendo algo de fruta y bollería. Cargamos la bici de Chavi, que no se puede reparar, y continuamos la ruta.

El camino, ya Cañada Soriana, continua por un pequeño valle junto al río Milanos . Aunque está muy embarrado, el pedaleo es alegre hasta llegar a un barranco con unos grandes corralones. Para salir de él, debemos ascender a pie en la mayoría de los casos debido a su fuerte pendiente y abarrancamiento.

El camino mejora y vemos a nuestra derecha, a lo lejos, Muriel de la Fuente . Nosotros no llegamos hasta este pueblo y el camino pronto comienza a descender, muy rápidamente, en dirección a la carretera de acceso a Muriel. Una vez en ella y dejando Calatañazor a la izquierda, continuamos por la derecha del valle por terreno compacto al principio, pero que luego se viste de hierba hasta llegar a Abioncillo de Calatañazor .

El día va mejorando y ya luce el sol. Las tormentas nos pasan por el sur y parece que afortunadamente se disipan. En Abioncillo, convertido en centro educativo medioambiental, encontramos un grupo de chavales con un monitor que nos animan.

Del pueblecito sale una pista en muy buenas condiciones que cruza el río Abión y que poco a poco asciende hacia El Estepar . A partir de este momento la pista se convierte en un camino más herboso que desciende junto a unos campos de cultivo aislados y cruzada por abundantes barranquitos llenos de agua que, en alguna ocasión, nos obligan a desmontar. Cuando el valle acaba debemos salir de él por un corto tramo muy inclinado que aboca en una amplia pista que coincide con la cabañera y que asciende de manera más suave hasta el Prado de la Nava .

Estamos siguiendo el camino de Muriel . En este punto se hace peor y se convierte en un camino que, de forma descendente, se abre al valle del río Veguilla . Llego junto a Pedro y Tere a un punto en el que el camino se bifurca en dos. Yo tengo marcada una alternativa por la derecha para llegar por el camino antiguo hasta Barcebal. Los demás, que van por delante a toda velocidad, se lo saltan y toman la alternativa de la izquierda. Les avisamos que seguimos por el viejo camino ya que en Barcebal ambos se juntan. El camino está más vestido por la hierba, pero tiene un encanto especial, transitando por una zona de sombra y más húmeda que llega a la parte alta del pueblo. Los que van por el otro camino deben ascender hasta el pueblo.

Barcebal es un pequeño pueblo donde vemos vestigios de casas de adobe típicas de la zona. En la fuente nos aprovisionamos de agua y hacemos un pequeño descanso para refrescarnos. El tramo que nos queda hasta Burgo de Osma es todo descenso.

Salimos de Barcebal por su carreterita de acceso y enseguida nos desviamos a la derecha para coger el camino de Barcebalejo, algo vestido en algunos tramos, pero siempre en descenso. Llegamos al pueblo en algo menos de 5 km.

Barcebalejo está situado en la carretera que lleva a Ucero y al cañón del río Lobos y en él nos esperan los coches de apoyo. Preguntamos a una señora si hay algún lugar donde comer, pues ya son las 3 de la tarde. Nos comenta que no hay nada, pero que nos invita a su piscina. Agradecemos y declinamos su proposición y decidimos que vamos a comer en Burgo de Osma que se encuentra ya próximo. César, Yoli, Chavi e Isma se acercan hasta allí para buscar un establecimiento.

Cruzamos el río Ucero junto a una zona con gente acampada y llegamos a un camino donde esta ruta coincide con la del Cid que realizamos en 2009. Una pista de concentración nos lleva en unos 5 km y de forma muy rápida hasta Burgo de Osma . Antonio contacta por radio con César y este nos comunica que nos esperan en el bar de la estación de autobuses. Estamos hambrientos y unas buenas cervezas junto a unos grandes bocadillos, café y helados, nos entonan el cuerpo. Aprovechamos para descansar una hora ya que vamos muy bien de tiempo, hace más calor y si las previsiones nos fallan, solo nos restan 13 km hasta el destino final. ¡Quien nos lo iba a decir esta mañana!

Cuando decidimos retomar la ruta, hace bastante más calor. Salimos por la N-122 hasta desviarnos a la derecha por un viejo tramo de esta misma carretera de la que sale también, a la derecha, una buena pista. Esta asciende de forma intensa, aunque afortunadamente durante poco tiempo. Son casi las 4 de la tarde, hace algo de calor y las piernas comienzan a sufrir. Mi rodilla empieza a lanzarme avisos. Cruzamos bajo la autopista y pronto giramos a la izquierda por un camino ascendente y algo peor, pero que nos vuelve a introducir en la cabañera. Rodeados de encinas bajas y por un terreno más suelto, el divertido camino se dirige hacia el oeste. A lo lejos vemos una atalaya defensiva y un vértice geodésico hacia los que nos dirigimos. Antes debemos salvar una pequeña vaguada. Tras un duro, pero breve ascenso, llegamos a la atalaya de Quintanilla de Tres Barrios que se alza sobre una eminencia a unos 1.000 metros de altura. Es una torre vigía de forma cilíndrica y de origen musulmán. Michel y Marcos no lo resisten y suben a lo alto por unas empinadas escaleras. Nuestro "jabalí" se sienta sobre su borde con los pies colgando en el vacío. Michel le dice que no se tire, que lo que lleva en la espalda es el "camelback" y no un paracaídas.

Desde esta atalaya se domina una vasta extensión de territorio y todo el Sistema Central por donde discurrirá nuestra aventura. También divisamos el final de ruta en San Esteban de Gormaz.

Nos ponemos en marcha de nuevo y, tras pedalear unos minutos, nos detenemos a charlar con unos caminantes que vienen del pueblo. Ya solo nos queda descender de forma vertiginosa hasta la carretera nacional que rodea el pueblo. La atravesamos y el camino continúa en forma de agradable sendero entre pinares, pero con alguna trampa oculta que me da un pequeño susto que solo consigo superar con mi "insuperable" dominio de la bici. Fotografía y sendero es una mala combinación y en adelante tomaré más precauciones.

Este tramo termina en las vías semienterradas de un antiguo ferrocarril que provocan otro susto a las chicas que acaban con los pies en el barro. Sin más incidentes, continuamos con cierta dificultad hasta llegar al pueblo de San Esteban de Gormaz .

Los ocupantes del coche de apoyo nos indican donde está el camping en el que dormiremos, pero primero decidimos ir a la gasolinera más cercana a limpiar de barro nuestras bicis. De paso, concertamos en el Hostal Moreno que hay junto a ella la cena y así podremos ver el partido de España contra Uruguay.

El lugar de pernocta está justo en el otro extremo del pueblo. Es el complejo El Sotillo Cabañas de Madera situado junto al río Duero. Nos repartimos las cabañas y comparto la mía con Antonio y Manolo. Somos los tres "abuelos". Me toca una habitación con cama de matrimonio donde puedo dormir a mis anchas. Las cabañas están bien, bajo los árboles y el entorno es bonito, pero algo descuidado. Nos duchamos y mientras descargo las fotos y tracks al ordenador, mi mayordomo Antonio, me lava la ropa. Ni en casa lo consigo. Más tarde nos vamos a cenar, montados en los coches, al bar antes reservado.  

Tenemos tiempo de tomarnos unas cervezas mientras vemos el primer tiempo del partido y en el descanso pasamos al comedor. Solo hay un problema, un pilar de la sala nos coincide con la televisión, así que el partido lo vemos medio escorados. Cuando la retransmisión acaba con victoria de España, nos vamos a dormir. Esta vez lo hacemos andando para bajar la cena. Son casi dos kilómetros, pero merece la pena. Unos cuantos aficionados recorren el pueblo con pitidos y ondeando banderas de España.

Cuando me voy a acostar me doy cuenta que el coulotte me ha hecho una buena rozadura. Intento solucionar el problema con una crema, pero a lo largo de los siguientes días va a ser mi cruz junto a una tendinitis en la rodilla. La cantidad de barro de la primera parte de la ruta, ha hecho que no pudiera usar el platillo correctamente en las subidas y ese sobreesfuerzo lo pagaré con creces en los siguientes días.

En una de las suyas, Edu aparece tras mi ventana con una linterna iluminándose la cara y con un cuchillo al más puro estilo Freddy Krueger. Con críos ni al cielo.

Han sido 85 km con un desnivel acumulado de 700 m y 6.45 h de pedaleo.

 

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