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Salida de Sahagún
Camino del Burgo Ranero
Puente de Villarente

Fin de ruta. León y su catedral


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Camino de Caminos
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Sahagún - León

Día 5 de julio de 2014

Nos espera por delante una ruta cortita. Me levanto con el síndrome del último día. Una mezcla de sensaciones bastante extraña; pena porque esto se acaba y alegría porque de momento todo ha salido bien y hemos librado el mal tiempo de la forma mejor posible.

Desayunamos en el mismo hostal. Un desayuno bastante copioso y tomado sin ninguna prisa. Bajamos nuestras cosas, César las ordena en la furgoneta, y preparamos las bicis. Como si llevásemos un reloj interno, a las 8 de la mañana salimos en dirección a León.

Salimos de Sahagún `pasando bajo el arco de San Benito. Cruzamos el río Cea por el Puente Canto, de origen romano, y entramos en un camino junto a una chopera en la que nos encontramos acampado al peregrino que vimos ayer con su asno. Un animalico pasta fuera y otro duerme dentro de una tienda de campaña. La etapa de hoy es muy monótona y sin tan apenas alicientes, Recuerdo este tramo como uno de los más aburridos del camino, pero hay que hacerlo.

El andador va paralelo a la N-120 a la que acompañamos ayer. Solo al final la atravesamos para abandonarla definitivamente y entrar, junto a Calzada de Coto, en un andador hecho con tiralíneas, acompañado por una fila de árboles que se adentran en el infinito. Pedaleamos juntos al principio, pero poco a poco el grupo se separa. A Antonio y alguno más les han entrado las prisas por llegar. Con Juan Carlos y con Pedro hacemos el intento, en vano la mayor parte del tiempo, de mantener un ritmo tranquilo ya que no tenemos ninguna prisa. Además Tere y Sergio van algo tocados, aunque por distinto motivo.

Para evitar este tramo aburrido, en el que solo hay que vigilar no tragarse uno de los monolitos que evitan que entren coches, el dueño del hostal nos propuso una alternativa desde Calzada de Coto y era seguir la vía romana que unía Astorga con Zaragoza. Solo un inconveniente y es que la parte final es muy pedregosa, nos dijo. Por ese motivo y al ver el estado de algunas posaderas lo descarto, pero ganas no me faltan.

Poco a poco nos vamos encontrando con los peregrinos que madrugaron más que nosotros. Los adelantamos con cuidado, ya que el andador no es muy ancho, y les deseamos buen camino cortésmente.

De vez en cuando aparecen zonas de descanso para los peregrinos, aún poco ocupadas. Una pista asfaltada acompaña todo el recorrido, pero preferimos ir por el andador. Pasamos por Bercianos del Real Camino y tras un breve reagrupamiento continuamos la marcha.

Tras 6 km de monotonía y después de pasar bajo la autovía, reagrupamos junto a un crucero en recuerdo a dos niños ahogados, Entramos en el Burgo Ranero, pueblo donde dormí en su precioso refugio cuando no había otra cosa. Hoy aparece lleno de albergues y bares que hacen olvidar mi recuerdo como remanso de paz de este lugar. Reagrupamos momentáneamente y el camino continúa siendo del estilo del anterior.

Cada vez nos encontramos más peregrinos y en un afán de correr que no entiendo muy bien, varios compañeros salen a la pista asfaltada para continuar. Los demás seguimos por el andador. Nos encontramos con un ciclista que va en su bici con alforjas y me acerco para hablar con él. Es de Madrid y me comenta que cree que lleva demasiadas cosas en las alforjas y que está pagando la novatada. Hablamos durante un rato hasta que me dice que se queda a descansar. No me he dado cuenta que con los bultos no puede seguir mi ritmo.

En un momento del recorrido, que no sitúo muy bien, Mariano pincha una rueda que reparamos. Mientras, se acerca una chica portorriqueña que entabla conversación con Juan Carlos y Pedro. Este le comenta que tiene un pariente que vivió muchos años allí. Me parece que la pobre chica tiene ganas de hablar con alguien después de tanta caminata en soledad.

Nos despedimos y seguimos la marcha camino de Reliegos. Encontramos un peregrino que circula por el asfalto con una pequeña caravana llena de banderas y tirada por un borrico. Poco después reagrupamos de nuevo en el pueblo.

Seguimos por el andador y en unos 4 km entramos en Mansilla de las Mulas. En este pueblo entablamos amistad con Pedro en el 2001. Fue a partir de aquí desde donde continuamos juntos el resto de Camino de Santiago.

Son poco menos de las 10,30 de la mañana y hemos hecho más de la mitad del recorrido. Decidimos entrar en un albergue bastante aparente llamado El Jardín del Camino ¡Con ese nombre a ver quien no para! Nos tomamos unos refrescos y unos pinchos. Se está bien sentado al solecito, aunque este ya empieza a picar.

Casi una hora después salimos de Mansilla atravesando el río Esla y entrando en un andador que corre paralelo a la N-601 y que solo abandonamos un par de veces durante unos metros para salvar puentecitos de la carretera y para atravesar Villamoros de Mansilla.

Poco después llegamos a Villarente. Antes había que entrar en el pueblo por el puente sobre el río Porma. Esta vez lo hacemos por una pasarela paralela al puente y que permite contemplarlo en su totalidad.

Atravesamos el pueblo como podemos, asfalto, aceras, siempre siguiendo las flechas amarillas. Al final una de ellas no dirige hacia un camino bastante arreglado y que nos permite pasar por un paso subterráneo la A-60. Luego sigue ascendiendo hasta Arcahueja. Antes de entrar en el pueblo nos detenemos en un área de descanso con fuente y de paso dejamos que un rebaño de ovejas se aleje de nosotros. Terminada la subida y atravesado el pueblo, llegamos en poco tiempo a Valdelafuente. Yo creo que este es el tramo más caótico y feo de todo el Camino de Santiago. Un último repecho y ya vemos León cerca de nosotros. Atravesamos por una pasarela de nueva construcción la N-601 y descendemos hacia León.

Como toda travesía de una gran ciudad, el recorrido se vuelve difícil. Las señales están pensadas para los peregrinos que van a pie, es decir, pintadas a la izquierda de la vía. Las bicis, si queremos respetar las normas de circulación, las perdemos, así que vamos por la acera intentando identificarlas. Atravesamos el río Torio por una pasarela y entramos en el casco urbano para dirigirnos a la catedral y dar por finalizada la ruta. Intentamos seguir las flechas como podemos, o sea, mal.

En una de las múltiples rotondas que debemos seguir, nos adelanta Yoli que llega en ese momento a León. Al final, y no sé muy bien como, llegamos a las puertas de la Catedral de Santa María ¡Por fin!

Nos saludamos con la alegría de haber acabado con bien la ruta y satisfechos de conseguir el objetivo. Son muchas las sensaciones que surgen en ese momento y difíciles de describir. Una vez más calmados, nos hacemos la foto final y la enviamos a nuestros compañeros oscenses. Contactamos con César, que lo tiene difícil para llegar hasta aquí, y quedamos en el hotel que hemos reservado. Antes de ir hasta él tomamos unos refrescos en un bar de la plaza.

Llega la última tarea y puede que la más difícil; llegar al hotel. Vamos preguntando, pero mover al unísono a 10 personas en bici es bastante complicado. Uno que se despista, otro que no se entera, que se pone rojo el semáforo a mitad de pasar el grupo, que si espera que me ponga el casco… Al final y gracias a un amable conductor que nos guía pensando que nosotros también vamos en coche, llegamos hasta el hotel.

Guardamos las bicis y comienza el largo trámite de registrarse en él ¡Ni que lo fuéramos a comprar! Para colmo solo hay un ascensor “inteligente” en el hotel y tarda años en hacer su recorrido, eso sí, la voz que nos indica cada piso es de una chica muy melosa. Teo y Rosa llegan en ese momento con la furgoneta que llevará nuestras bicis.

Solo traspasar la puerta de la habitación mi cuerpo sufre una transformación, de repente todo el cansancio de la ruta aparece de golpe. Mi cerebro ha desconectado todos sus cables y me quedo en modo de control remoto. Pedro, Juan Carlos y yo, ya no reaccionamos con la agilidad habitual. Todas las maniobras son lentas y nos cuesta algo más que de costumbre organizarnos, es como si no supiéramos que hacer ahora.

Bajamos a un bar -lamento mucho no acordarme del nombre- que hay junto al hotel y a pesar de ser casi las 3 de la tarde y que el local esté a rebosar, después de hablar con el dueño, me promete que nos preparará unas mesas. Comemos muy bien y barato. Acabamos con sus existencias, imagino al dueño encantado, y volvemos a las habitaciones a descansar. Aún tengo que descargar varias tarjetas de fotografías y hacer la copia de seguridad. Mientras el ordenador trabaja, me quedo dormido. Los demás hace ya un rato que resoplan.

A media tarde salimos a recorrer León y mirar un sitio para cenar. Parte del grupo ya esta danzando por la ciudad hace rato. Nos vamos mandando la ubicación, pero siempre llegamos tarde.

Durante el recorrido vemos las murallas y nos dirigimos a la Basílica de San Isidoro. Junto a ella hay un restaurante de postín donde intentamos concertar la cena, pero hoy hay una actuación musical y el menú se sale de nuestro presupuesto.

Pedro tiene una lista detallada de los lugares que un amigo suyo nos recomienda. Uno de los sitios que nos recomienda es el Restaurante Ezequiel. Esta situado en la calle Ancha. Nos dirigimos para allí con bastante parsimonia. Tras las primeras reticencias de la camarera, somos muchos y debe haber reservas, nos hacen un hueco. Con Chavi, negociamos un menú para todo el grupo. Son raciones y no sabemos muy bien si acertaremos con la cantidad. Vamos advertidos que se come abundante y bien, que tengamos cuidado con lo que pedimos porque no podremos acabarlo.

Como aún falta un rato para la cena, nos vamos a tomar algo al barrio Húmedo. Calles estrechas llenas de locales que desembocan en la Plaza Mayor de León. Entramos en un local y cuando salimos de él, el camarero, mientras habla por el teléfono, me hace señas que creo son de saludo. Le correspondo, pero lo que quería era cobrar ¡La costumbre de llevar a César pagando todo lo que consumimos! Este, en medio de las risas de todos, vuelve corriendo al local para abonar la consumición.

Entramos a cenar y lo que nos habían comentado es cierto. Las raciones son muy abundantes y con algunas no podemos. Todo  basado en comida leonesa, potente, en medio de una animada charla donde recordamos a Michel, al que enviamos un saludo. Un brindis final con champan y a dormir.

Pero hay que volver al hotel. El grupo se divide y nos perdemos todos. Al final google nos saca del apuro y sin saber cómo, llegamos a la puerta del hotel. El segundo grupo llega poco después. Mañana no tenemos hora de salida, así que a intentar dormir a pierna suelta.

 

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