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Reus - Arbeca (1/4) 3 de julio de 2013 Ha sido una noche de sueño intranquilo, con pesadillas, cómo si mi sexto sentido me quisiera avisar de algo. No lo digo a toro pasado, pues esta etapa ha sido mi cruz durante la preparación de la ruta, repasándola una y mil veces. Como nos había impuesto la dueña de este garito, después de recoger todo y prepararnos para el pedaleo, bajamos a la calle para sacar las bicis del garaje. Monto mi rueda cambiada y engrasamos las bicis. Son las siete de la mañana. Yo habría madrugado más, pero la mayoría impuso su ley. Desayunamos en el bar Kucuma, situado bajo la pensión. Ayer habíamos quedado en que abrirían antes para nosotros. Son una gente muy amable. Unos cafés con leche y unos bollos son todo lo que tomamos. Antes de las siete y media, nos ponemos en marcha buscando a ciegas la manera de llegar al punto donde dejaremos Reus. Tengo marcada una alternativa por caminos para llegar hasta Castellvell, pero de nuevo mi activo sexto sentido –llámese nudo en el estomago-, me hace cambiar de opinión sobre la marcha. Seguimos el track original, aunque sea por asfalto. El camino asciende desde el principio y pasamos sin solución de continuidad por El Pinar y Castellvell del Camp. Solo salir de este pueblo, entramos en una pista asfaltada que asciende con más intensidad. Mi cambio trasero empieza a saltar de manera incontrolada y no puedo poner el piñón más grande porque la cadena cae hacia los radios de la rueda. Tras varios intentos por solucionarlo, y algo desesperado, me paro para arreglarlo. Afortunadamente contamos con Antonio, el maestro ingeniero de cabecera. Tras una serie de pruebas, porque mi cambio es inverso y todo va al revés, consigue ponerlo a punto. No sé si es por el calor o por los nervios, el sudor ya recorre con fluidez mi cara. Retomamos la marcha, en continuo y fuerte ascenso, rodeados de nuevas urbanizaciones. Dejamos a la derecha La Flor del Camp, pegada a Almoster, y atravesamos la de Picarony. Las piernas, aún frías, parecen de piedra. Pasada la última casa, el asfalto deja paso a la tierra. ¡Mucho mejor! El pedaleo de hace más llevadero y aparecen señales de caminos por todas partes, tanto cómo postes indicadores de sitios que no nos suenan, cómo en las piedras con pintura de varios colores, según sea un PR o un GR. Ninguna indica una población próxima, salvo los que van a Prades. Me imagino, que debido a las lluvias recientes de este año, el camino tiene auténticas playas de arena fina que nos obligan a desmontar en varias ocasiones ante el riesgo de caída. Atravesamos una zona de cultivos y el camino, ya mejor, desciende suavemente hasta atravesar el Coll de la Batalla por un paso elevado sobre la carretera que une Villaplana con La Selva del Camp. Es un punto de indecisión, ya que no hay ninguna pista que continúe por ningún lado y el track nos lleva a un sendero infernal que sube con gran desnivel. Como es lógico y sensato, seguimos el track y los waypoints que tengo marcados. La subida es dura, con el suelo descarnado en el que a ratos se aprecia que debió de haber un camino mejor como lo demuestran los restos aislados de un suelo bien empedrado, ya deshecho por el agua y el paso del tiempo. Estamos siguiendo el GR 7-2 que al final nos deja en un camino al llegar a un promontorio. Han sido unos 20 minutos de porteo de bici que no estaban en las previsiones. Seguimos la pista que hemos encontrado, y por la que continúa el track, hasta una zona de cultivos. A la derecha aparece una ermita y decidimos ir a verla. Está dedicada a la Inmaculada Concepción. Volvemos a retomar la pista que asciende suavemente o al menos nos lo parece después de lo andado. Decido dejar de seguir el track original que nos promete más senderos de mala calidad y muy empinados, y me guío por los benditos waypoints alternativos marcados en casa. Por una buena pista llegamos a la T-704. La carretera asciende de forma bastante suave en continuos lazos para ganar altura. Como solemos decir, la ha hecho el burro del ingeniero y no el ingeniero burro. Mientras tanto, y con unas vistas impresionantes miremos donde miremos, vemos como nuestro track original asciende a nuestra derecha de forma recta y con un desnivel de órdago. Buena decisión. Llega un momento en que el track cruza de nuevo la carretera; exploramos un poco si debemos seguirlo, pero vemos que sigue igual, por terreno no ciclable de ninguna manera. Me voy acordando, y no para bien, del autor de esta ruta que descargue de internet. Seguimos por la carretera en dirección a unas antenas que marcan el punto más alto del primer envite. Al poco, en una zona más llana, nueva exploración por donde indica el track y de nuevo sigue igual o peor. Volvemos al asfalto. Cuando llegamos al punto más alto y en el que la carretera desciende, me acerco un momento hasta donde transcurre el track. Lo mismo que hasta ahora, y como hemos de volverlo a cruzar, allí decidiremos. Después de descansar bajo una sombra y de comer unas barritas energéticas, seguimos cuesta abajo hasta un cruce de carreteras. Frente a nosotros, y retomado el track, aparece una buena pista que asciende a la sierra de La Mussara. Seguimos por la pista indicada y que al poco aparece descarnada. Decidimos seguir el track que nos saca de la pista y ascendemos por un sendero durante unos minutos hasta que este se hace cliclable al llegar a una pista. ¡Es la misma que hemos dejado unos minutos antes!
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