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Entrada de túnel del Equinoccio. Más de dos kilómetros de longitud
Bien se nos vale del lupichin de Tere
Impresionante el paisaje hasta Torre del Compte

Resort de cuatro estrellas. No nos privamos de nada


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Camino del Mar
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Valdealgorfa - Amposta (1/2)

1 de julio de 2013

Juan Carlos y yo somos parecidos a la hora de madrugar. Con los primeros rayos de sol que entran por el amplio ventanal, y a pesar de las pocas horas dormidas, sin que el despertador llegue a sonar, abrimos los ojos casi al unísono. Son poco más de las seis de la madrugada y hoy hemos quedado en salir algo más tarde porque la etapa, en principio, aunque larga, es muy suave. Así que nos quedamos en la cama de charleta durante un buen rato. Lo que no sabemos es que los demás nos oyen debido a los finos tabiques del edificio ¡ya se encargan todo el día de recordárnoslo!

Desayunamos en la amplia cocina de la casa con la comida que ha comprado César. Antes de salir, nos ponemos los frontales porque deberemos atravesar un gran número de túneles. Cansinamente, revisamos y engrasamos las bicis. Juan Carlos añade a la rueda de su bici un curioso dispositivo que se ilumina al rodar. Aunque intenta que nadie lo vea para sorprendernos en los túneles, es pillado al momento.

Con casi un cuarto de hora de retraso, sobre las ocho y cuarto de la mañana, comenzamos a pedalear descendiendo del pueblo hasta la antigua estación de Valdealgorfa. En poco menos de diez minutos llegamos al Túnel del Equinoccio. Como nos dijeron, las puertas están abiertas. Este túnel ha permanecido mucho tiempo cerrado por riesgo de derrumbe, pero según parece, los testigos que pusieron siguen intactos. Esto nos evita un largo rodeo por asfalto, y forzada o no, la cerradura está abierta. Nos hacemos unas fotos antes de entrar en él. Tiene una longitud de 2,2 kilómetros de longitud y es recto como una vela. Encendemos los frontales y los “lupichines” que llevan Tere y Fernando. Estos iluminan una barbaridad, y sin ningún problema, avanzamos tranquilamente en dirección a la luz que entra por su salida. Solo me asalta la duda de que al otro lado del túnel la puerta esté cerrada y tengamos que volver sobre nuestras ruedas. Todo va bien y salimos al exterior, ahorrándonos cinco kilómetros de asfalto. Cruzamos el viaducto sobre el barranco Planas y proseguimos ruta rodeados de pinares salpicados por campos de olivar.

La vía verde del Zafán mantiene un ritmo ascendente suave, abriéndose camino por trincheras escavadas en la roca, túneles, y más viaductos.

El recorrido, de momento no pasa por ningún pueblo, los va dejando a los lados y siempre lejos de la vía. Después de cruzar el barranco de los Abochales, comienza un ligero descenso y ya vemos a lo lejos el pueblo de Valdeltormo. Pedaleamos a media altura sobre pequeños y múltiples valles donde aflora la roca. El recorrido hace una amplia curva para rodear los llanos de Monforte y comienza a descender entre bosques y trincheras hasta cruzar, por un largo viaducto, el río Matarraña que da nombre a esta comarca turolense. A la derecha, a lo lejos, se ve La Fresneda, y frente a nosotros, Torre del Compte.  Tras atravesarlo, el camino nos obliga a tomar una carreterita que asciende al pueblo. Tenemos un momento de duda y no sabemos si subir al pueblo, cercano, pero en alto o quedarnos en el lujoso hotel Parada del Compte que aprovecha la vieja estación de esta localidad. Decidimos la última opción y entramos en él a tomar un desayuno. De cuatro estrellas, la instalación tiene un ambiente “chillout”. Tarda un momento en aparecer el dueño; me temo que los hemos pillado por sorpresa. Como pueden, nos preparan unos cafés con leche, unas pastas, mermelada casera, y bizcochos caseros hechos a toda prisa. Se nota porque algunas piezas están a medio descongelar. Metidos en una agradable charla, no reparamos en que son las diez y media y llevamos unos escasos quince kilómetros. La relajación es buena, pero no tanto.

Dejamos a César pagando la cuenta y nosotros volvemos a las bicis. El camino asciende con suavidad, junto al barranco de la Cañeta, hasta le estación de Valderrobles, el punto más alto de la etapa de hoy. Pronto llegamos a la estación de Cretas, muy alejada del pueblo al que dejamos a nuestra izquierda y rodeado de campos de olivos, viñedos, y almendros. Frente a nosotros aparece el majestuoso Macizo de los Puertos de Beceite.  Al poco tiempo aparece en una ladera a nuestra izquierda Lledó, y tras cruzar por un largo viaducto el río Algars, que sirve de límite entre las provincias de Teruel y Tarragona, llegamos a la estación de Arnes – Lledó. Ahora la vía verde cambia de nombre y pasa a llamarse vía verde de las Tierras Altas.

Me cuesta recordar esta parte del trayecto porque el paisaje es impresionante y los kilómetros pasan rápidamente sin que despegue la vista de lo que nos rodea.

Dejamos en un alto a nuestra derecha Horta de Sant Joan, y tras pasar por las ruinas de su estación, entramos en un territorio fantástico y abrupto que parece imposible que podamos atravesar. Solo los túneles nos permiten avanzar acompañando al río Canaletes. Durante el trayecto nos topamos con un par de personas minusválidas que es su silla de ruedas, adaptada a modo de handbike, recorren esta parte del camino. Es admirable su esfuerzo y tenacidad.

 

 

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