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Huesca - Osera de Ebro (1/2)

Día 29 de junio de 2013

Por fin llega el día esperado. Son las seis de la mañana, y mientras nos preparamos, me asaltan un montón de dudas. Un año con pocos kilómetros en las piernas, y una ruta con etapas bastante largas, no es la mejor forma de afrontar el camino. Confío en que a medida que avance el recorrido, con el ritmo más lento y llevadero de este tipo de aventuras, el cuerpo se vaya adaptando. Comenzar desde la puerta de casa no te pone en situación de forma inmediata y más parece una salida normal de fin de semana que una larga aventura llena de incógnitas.

El punto de salida es la plaza de Navarra y pronto vamos apareciendo todos los participantes. Es una mañana fresca en un mes atípico de temperaturas para estar a finales de junio.

César nos espera con el coche de apoyo. Tras las fotos de salida, comenzamos a rodar. Se hace extraño partir por un camino trillado mil y una veces en nuestras salidas de fin de semana, sabiendo que quedan siete días de pedaleo.

grupo de ciclistas

Salimos de Huesca por el camino de Valdabra en dirección al embalse del mismo nombre. El ritmo es bastante bueno y aprovecho para comenzar a filmar videos y sacar fotografías en un intento de habituarme a lo que será una constante en el recorrido.

Atravesamos campos repletos de cereal que siguen sin estar totalmente cosechados debido a lo atípico del clima que hemos soportado este año. Afortunadamente los caminos están lo suficientemente compactados como para rodar con facilidad y pronto llegamos al Castillo de Colchoné. Desde aquí descendemos hasta el embalse de Valdabra y lo rodeamos por su cola. El camino, aunque es llano, tiene pequeños repechos de poca entidad que calientan nuestras piernas en una mañana, que más parece de primavera, que de verano.

Atravesamos el Castillo de San Juan Bajo, en el que ya se aprecian los preparativos para la cosecha, y entramos en un camino lleno de hierba, que esconde alguna trampa a modo de socavón, debido a las intensas precipitaciones. Pronto tenemos los piñones llenos de broza y en un par de ocasiones debemos detenernos a limpiarlos antes de que tengamos algún problema con la cadena de la bicicleta.

El camino asciende ligeramente por un tramo recién arreglado y tras atravesar un pequeño vallecito, podemos adivinar Tardienta en las cercanías. Solo queda descender rápidamente hasta el pueblo donde aprovechamos pare tomar un café con leche antes de partir. Este lugar, habitual de nuestros almuerzos, se ha convertido el día de hoy en una mera parada en el recorrido. Llevamos un buen horario pues, a pesar de la fresca mañana, no será difícil que a lo largo del día el calor apriete más, mientras atravesamos los Monegros.

Ascendemos con tranquilidad por asfalto en dirección a la ermita de Santa Quiteria, que dejaremos a nuestra derecha. Al llegar al alto, el camino se hace terrero y desciende suavemente. A partir de aquí, las sensaciones van cambiando, y por fin, tengo la impresión de comenzar la aventura.

Pronto entramos en la provincia de Zaragoza. Juan Carlos me va explicando la diferencia de los cultivos, y porque unos están cosechados, y otros no. Entre zonas segadas aparecen otras de trigo negro que aún no lo están. Las conversaciones que llevamos entre nosotros siempre sirven para aprender cosas nuevas.

Tras descender al barranco de Valdeparadas comienza un ascenso algo más fuerte hacia el Vedado Alto. La pista, bastante amplia, llanea con tendencia a descender y eso facilita el que sigamos en una charla animada. Fernando, asiduo al mercado chino, saca unas gafas con cámara de video incorporada. A los pocos kilómetros ya ha perdido el botón de grabado. Entre risas generales por la calidad del material, continuamos descendiendo hasta el barranco de las Colladas.

La pista comienza a ascender de forma suave, y se transforma en un mal asfaltado, hasta que tenemos a la vista Leciñena, y a su izquierda, en un alto, la Virgen de Magallón. Campos ya labrados y secos, nos acompañan hasta el pueblo.

Son poco más de las once de la mañana y este pueblo será el último que veremos hasta nuestra llegada a destino. Llevamos 55 kilómetros y parece un buen momento para almorzar algo más contundente que unas barritas energéticas.

 

 

 

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