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Valdealgorfa - Amposta (2/2) A pesar de ir charlando entre nosotros, con continuos cambios de contertulio, no dejamos de admirar las continuas sorpresas que nos va dejando el paisaje, mientras pedaleamos sobre un amplio valle hasta llegar a Bot. Este pueblo sí que esta junto a la vía y hacemos una parada para beber unos refrescos y comer unas pastas típicas del Matarraña que ha comprado César en Valderrobles. Retomamos la marcha, y tras atravesar un par de túneles, uno de más de setecientos metros de longitud y en curva, que salvan La Moleta y la Sierra del Crestall, llegamos a la estación en ruinas de Prat del Compte, pueblo que dejamos a la derecha y alejado de la vía. Continuamos la marcha por el agreste paisaje atravesando más túneles. Al final de uno de ellos debemos tomar durante unos metros una pista que salva un puente hundido. A poca distancia dejamos a la izquierda el Santuario de Mare de Deu de Foncalda. El camino sigue al río Canaletas por Els Estrets de Dalt donde este se encajona. La vía se corta por el hundimiento de un túnel, que significó la muerte de este tren, y lo rodea por una pista nueva hasta el otro lado. El camino sigue hasta la estación de Pinell de Brai, también muy alejado del pueblo que le da nombre. Hacemos recuento de efectivos y nos falta Fernando. Le decimos a Tere que lo llame, pero ella piensa que va por delante. Los demás opinamos lo contrario y la apremiamos para que lo llame, mientras la situación se va tensando. Lo que desconocemos algunos es que está escondido detrás de nosotros, provocando un buen momento de risas cuando aparece. Proseguimos recorrido y pronto llegamos a la estación de Benifallet. Esta arreglada y hay un bar en el que descansan numerosos ciclistas. Sin detenernos, atravesamos varios túneles mientras dejamos de acompañar al rio Canaletas, y aparece ante nosotros el río Ebro. Pedaleamos por la ladera del río, con la nacional a la izquierda. Varios túneles más hasta que uno de ellos, el último de hoy, nos deja al otro lado de la carretera junto al Ebro que corre amplio y caudaloso en dirección al mar. Pasamos junto al azud de Xerta, de más de 300 metros y que fue construido por los árabes. De él parten varios e impresionantes canales, uno de los cuales nos acompañara hasta Amposta. El recorrido entra en su parte “fea”. Cambia bastante de dirección y nos obliga a atravesar Xerta. Pasado el pueblo, retomamos de nuevo el trazado original que se ve cortado de nuevo por las vías de comunicación. La señalización es buena y esto junto al track de la ruta nos permite seguir adelante. Tras un par de requiebros, llegamos a Aldover. Continuamos por un recto camino y Pedro y yo nos quedamos detrás. Oímos unos maullidos lastimeros entre las hierbas y encontramos varios gatitos recién nacidos. Alguien los ha abandonado allí o la madre ha muerto. Intentan seguirnos y dudamos unos minutos que hacer. Uno de ellos ya ha muerto y al final decidimos que no podemos hacer nada. La vida es así, reservándoles un triste final. Unidos al resto del grupo, proseguimos hasta Roquetes y sin solución de continuidad entramos en Tortosa. Contactamos con César y quedamos junto al puente metálico de color rojo que cruza el Ebro. César ya está allí, y después de preguntar por la zona, encontramos un restaurante donde comer. Son las tres de la tarde y entramos en la sidrería Amets. Pronto nos atienden y damos cuenta de una buena comida. En teoría nos queda poco para Amposta y a partir de ahora seguiremos de nuevo el GR-99 que dejamos en tierras zaragozanas. Casi a las cinco de la tarde, reiniciamos el viaje. Seguimos un carril bici y las indicaciones de los carteles que encontramos. Todo perfecto, y después de tomar varios desvíos por pistas asfaltadas, pedaleamos junto al canal de la margen izquierda del Ebro. Al cabo de un rato llegamos a una zona en la que unos inmensos sinfines elevan el agua para el riego. A pesar de tener Amposta frente a nosotros, una valla nos impide seguir junto al río. Seguimos las indicaciones del camino y estas nos alejan del pueblo. Nos saltamos un paso subterráneo y hace que nos desorientemos. La construcción del AVE y de nuevas carreteras, nos hacen dar un rodeo en el que, a ciegas, buscamos el camino correcto que nos deja a 50 metros de donde habíamos estado. Ahora, guiándonos por el pueblo, conseguimos llegar hasta el puente que cruza el Ebro para entrar en Amposta. Siguiendo las orientaciones de César, llegamos al hotel HCC Monsiá. Son algo más de las seis de la tarde y después de 110 kilómetros, 45 túneles, y 7 viaductos, llega la hora de descansar a pesar de haber sido una ruta “suave”. Nos permiten guardar las bicis en una sala de conferencias que está libre, y tras hacer los trámites pertinentes y tediosos de toma de datos, subimos a la habitación. Hoy duermo con Pedro y César. Después de la ansiada ducha, hacemos la colada. Bueno –je je-, la hace Pedro. Va a parecer que pedaleo con mayordomos. Bajamos a recepción y aprovechamos, junto a Juan Carlos, para pinchar unas ampollitas que han aparecido en mi “tubeless” delantera. Parece que aguanta, sino habrá que cambiar la cubierta. Preguntamos con Michel sobre locales donde cenar. Nos recomiendan una “trattoria” y salimos, ya todos juntos, a dar una vuelta y reservar sitio. No tenemos muchas ganas de recorrer el pueblo, así que damos una vuelta tonta por él. Encontramos una tienda de bicis que cierra y hablamos con el dueño –supongo- ya vestido de ciclista. Le comentamos la ruta y de cómo debemos de ir por asfalto mucho tiempo. El nos dice que se puede hacer por caminos, por los aerogeneradores, pero que por donde vamos llegamos en 50 kilómetros a Cambrils. No coincide con mis datos, pero él es el de la tierra. Luego regresamos al hotel hasta la hora fijada para cenar. Cenamos en la trattoría Nostra. Buena comida italiana y amablemente servida por una camarera que entra al trapo de todos nuestros chascarrillos. Lo peor, el vino, puro acido que perfora el esófago mientras lo bebes. Otro motivo de risas, porque al final y aguado, nos lo bebemos. Tras la cena nos retiramos a descansar y pronto quedamos sumidos en profundos sueños.
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