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Sol y viento de cara
Laberinto de caminos entre campos de regadio
Las Pedrosas

Entrando en Huesca


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Ejea de los Caballeros- Huesca

2 de julio de 2015

Amanece un día muy ventoso. Como última etapa, todo parece más triste. Esto se acaba y parece que empezamos ayer. Curo mis heridas y me pongo la crema de protección solar antes de bajar a desayunar. Ya están todos en un bar que han abierto antes por nosotros. A la pobre camarera le hemos hecho la puñeta.  Me he ofrecido para llevar el coche en este último día. Es un tramo que ya he hecho muchas veces y los demás no. Tere, sin embargo, se empeña a ser la conductora; y si ella lo dice, a callar y asentir. Como último día, salimos con el uniforme  oficial de la peña.

Cargamos los bultos en el coche por última vez y salimos de Ejea realizando el camino inverso al año anterior. Hoy no hay sorpresas. Los primeros rayos del sol iluminan el camino, pero hoy tenemos compañía. Un fuerte viento del sur –bochorno- que no impide que salgamos a toda velocidad. A pesar de todo vamos casi agrupados en un vano intento de protegernos del aire.

Chavi y Fernando tiran con fuerza y al cabo de unos kilómetros les pido bajar la velocidad. No tiene sentido seguir a ese ritmo, y más, sabiendo que por la dirección que llevamos el aire de cara no nos va a abandonar, es más, posiblemente aumentará.

La pista está en muy buen estado, pero ahora nos vamos separando conforme la lucha contra el aire nos resta fuerzas. Pedaleamos rodeados de campos de labor de regadío.  En un continuo cambio de pistas por este inmenso laberinto de caminos, nos acercamos a la base de los montes de Sora. Puede que aquí el aire sople con menos fuerza. El camino es ligeramente ascendente. La única discusión de todo el recorrido se basa en si nos quedamos a comer en Gurrea, como pretende Fernando, o no. Personalmente prefiero seguir hasta Huesca, pero ya veremos.

A la altura del paraje de Valdeconejos el camino llanea más aunque con ligeros repechos. Pronto comenzamos a descender suavemente en dirección a Sierra de Luna. Tere nos está esperando a la entrada del pueblo y nos detenemos a comer algo y a beber más. Este aire caliente quema y seca la garganta. Tras un breve descanso seguimos por la margen derecha de la carretera, pero pronto la atravesamos para llegar a Las Pedrosas. Atravesamos el pueblo y muy pronto entramos en la provincia de Huesca. Rodeamos Camporredondo y atravesando zonas ya labradas llegamos en poco tiempo a Guarrea de Gállego.

Reeditamos la discusión mientras Fernando quiere que nos quedemos a comer. Son las 11,30 y a mí, solo de pensar que tras un gran parón tengamos que hacer 50 km contra el aire y por la tarde, se me quitan las ganas. Al final decidimos almorzar tranquilos en el bar Los Cisnes, parada habitual. Comemos un fuerte almuerzo rico en colesterol antes de proseguir. La sobremesa es más callada de lo habitual. Aún tengo la vaga esperanza de que en algún tramo el aire cambie de sentido.

Tomamos el camino del Valiente –lo llamarán así por el día de hoy- que asciende de forma suave, pero continua. Vamos desgajándonos en parejas mientras charlamos comentando la ruta. Los aerogeneradores, que trabajan a tope, nos van rodeando por todas partes. Llegamos al punto más alto, la paridera de Avió, donde reagrupamos.

Desde aquí descendemos con rapidez por la ladera de esta pequeña meseta hasta llegar a la acequia de la Violada. Me quedo un momento atrás filmando unos videos. Cuando llego abajo me encuentro a todos mis compañeros cobijados y apiñados bajo una de las pilastras de la acequia. Tenemos Almudévar a la vista, pero en esta zona abierta el aire nos pega de cara tan fuerte que el pueblo parece estar cada vez más lejos. Tras otra parada a reagrupar, rodeamos el pueblo por la carretera del canal en un intento de que, al menos por un rato, el viento entre de costado.

En la entrada del pueblo nos espera Tere. Me parece que está la mar de contenta de ser la conductora y evitarse este sofocón. Bebemos en abundancia y decidimos variar el recorrido. El trazado original por Torresecas puede ser una autentica tortura. Decidimos ir por un camino que nos lleve lo antes posible a Huesca.

Cruzamos bajo la autovía y ascendemos con suavidad por un camino paralelo a ella. Nos queda superar la pequeña Sierra de la Galocha, que en condiciones normales no tiene la más mínima dificultad, pero hoy es otro cantar. El calor es muy intenso. Descendemos hasta el castillo de San Luis y seguimos por la vía de servicio en un intento por acortar el recorrido, No es el final que deseaba, pero pedalear así y por terreno conocido no produce ninguna satisfacción.

Entramos en Huesca por un camino paralelo a la autovía hasta tomar el carril bici. Michel me hace un gesto de aprobación con la mano mientras nos dirigimos al camping San Jorge. Nos esperan Tere y nuestros familiares. Un rato para contar anécdotas y repartimos los pertrechos antes de ir a casa. Son las cuatro de la tarde.

Pedro se queda a hacer noche en mi casa y despedimos la ruta, junto a mi mujer, con una cena en un restaurante. Un buen momento para repasar los distintos momentos y  acontecimientos de estos cortos días de ruta. Para ser una aventura preparada a última hora, no ha salido nada mal.

Al final han sido 80 km, 579 m de desnivel acumulado y 5 h de pedaleo.

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