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Obanos. Donde los caminos se hacen uno

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Sangüesa - Lorca

29 de junio de 2015

La noche ha sido muy calurosa y el sueño lo he conciliado con dificultad. A pesar de tener la ventana abierta el aire no corre lo más mínimo. Por fin amanece y procedemos a prepararnos para salir. Cargamos los bultos en el coche, que hoy conducirá Fernando, y vamos a buscar algún bar o cafetería donde desayunar. Alguna idea ya tenemos pues preguntamos ayer en el pueblo, pero no es seguro que esté abierta a estas horas de la madrugada.
Entramos en el pueblo y orientándonos cómo podemos, al final, damos con el bar en la plaza de San Salvador. Está abierto y tomamos unos cafés y algo de bollería. No tardamos demasiado porque queremos salir con el menor calor posible.

En mis anteriores “caminos” había tomado la variante del Camino de Santiago que desde Sangüesa lleva a Lumbier. La ruta por Rocaforte la dejamos por parecernos más dura. Sin embargo esta vez sí la tomaremos porque me apetece conocerla a pesar de las dudas que tengo.
Los dos días de pedaleo ya pesan, así que deshacemos nuestro camino para volver hasta el hostal y tomar la NA-127. El sol aún no nos ilumina plenamente y pedaleamos tranquilos en busca del desvío  a la NA-5401 al que llegamos en 500 m. A poco de tomarlo, las señales nos desvían por un camino herboso que pasa por la parte posterior de una industria papelera. A diferencia de la carretera, este camino afronta la subida hacia Rocaforte con más dureza y nos obliga a apretar los dientes durante unos cuantos metros. Entramos en el pueblo, que en el medioevo denominaban Sangüesa la Vieja por ser la antecesora de la moderna Sangüesa, a través de su costado norte para salir por el camino que conduce a la Fuente de San Francisco.

… Hay quien dice que brotó al paso de San Francisco de Asís en su peregrinaje a Santiago, y que no sólo tenía propiedades curativas sino que además el mismo santo dejó en ella su concha de peregrino para que los demás caminantes pudieran utilizarla para beber…

La pista es ancha, bien conservada y asciende con suavidad, lo que nos permite calentar las piernas a la par que rodamos con rapidez. Esta se introduce por una especie de valle con amplios campos de cereal y viñedos. Me alegro al pensar que si el resto de camino va a ser así, el recelo que tenía a esta variante del camino era infundado. Adelantamos a un solitario peregrino de claro origen oriental que nos sonríe y saluda a nuestro paso. Lleva la cabeza tapada con un pañuelo blanco y el cuaderno de ruta colgado al cuello.

Con la vista voy escrutando el lugar por donde es posible que el recorrido atraviese la sierra. Pasados unos 3 km nuestro camino pierde calidad progresivamente hasta llegar a una pista mejor. Sin embargo las señales nos introducen en un sendero, a veces muy estrecho, que sin pausa sigue ascendiendo durante unos 2 km. En este tramo se cae Manolo en una acequia escondida bajo la hierba, dándonos un gran susto debido a lo aparatoso del suceso. Afortunadamente el abuelo es de acero y todo queda en eso, un gran susto.

Llegamos a una carretera asfaltada, la NA-5340, que atravesamos por un túnel para continuar ascendiendo con dificultad hasta el cordal de la sierra. Son solo unos pocos metros, pero bastante duros. El sendero termina en una cancela para el ganado donde nos reagrupamos. Estamos en el puerto de Aibar. Ya observamos la otra vertiente y durante unos momentos disfrutamos de una preciosa vista. Atravesamos la cancela y el sendero continúa durante poco más de 1,5 km en dirección noroeste metido entre pinares. El tramo es muy divertido, sin demasiado desnivel negativo, y permite jugar con nuestras bicis, además la temperatura es muy agradable. Finalmente, tras unos metros muy trialeros, llegamos a una pista. Chavi encuentra una piedra con medidas similares a las de nuestros sillines y no duda en calificarlo como ideal para la bici de nuestro amigo Paco. En unos metros abandonamos la pista y de nuevo nos internamos en un sendero que nos deja en un camino poco después. Lo cruzamos y de nuevo por sendero, esta vez en suave ascenso, continuamos hasta un pequeño alto. Descendemos unos metros y entramos en una pista que nos deja en un cruce. Giramos a la izquierda y ascendemos suavemente por la margen izquierda del barranco Basobar y posteriormente el barranco de Avellanera. En 4 km llegamos a una pista de buena calidad y al Alto de la Sierra de Izco.

Comenzamos a descender durante un kilómetro por una trocha con raíces, muy suelta, parece que hayan pasado máquinas recientemente, donde la bici parece desbocada en ciertos momentos. Bajo nosotros aparece un terreno llano y el camino aboca a otro ya conocido en mis anteriores viajes. Me siento más seguro, a partir de aquí ya me conozco el recorrido. Este tramo desde Sangüesa me ha gustado mucho, pero con tanto sendero, recorrer tan apenas 17 km nos ha costado demasiado tiempo para lo que nos queda por delante. Eso sí, el tramo es absolutamente solitario y recomendable.

En menos de 1 km llegamos a Izco. Atravesamos este pequeño pueblo y nos lanzamos a toda velocidad por una buena pista hasta el también pequeño pueblo de Abinzano. Estamos en el Valle de Ibargoiti, es uno de los parajes más bellos, a primera vista parece ser una multitud de campos de cultivo, sin embargo, las montañas que lo rodean son de una belleza incomparable. En nuestra dirección vemos la impresionante Higa de Monreal.

Seguimos rodando muy cómodamente entre campos de cultivo hasta llegar al cercano pueblo de Salinas de Ibargoiti. Atravesamos el pueblo y el camino se transforma en sendero que pronto se introduce en un hayedo en que escasamente entra la luz. Este trecho es espectacular, con un piso que permite rodar con facilidad y que deseas que no se  acabe nunca. Nos cruzamos con una señora que pasea sus perros y pronto desembocamos en el pueblo de Monreal, junto a su puente medieval. Casi son las 11 de la mañana y tan apenas hemos hecho 28 km. Este es buen lugar para hacer el almuerzo fuerte del día. Fernando, junto a su hermano que reside en las cercanías, nos espera con el coche de apoyo y nos lleva hasta el bar social sito en el ayuntamiento, bajo la iglesia. En realidad, se trataba de dos iglesias distintas, la de San Martín de Tours y la de Santa María, ambas de origen gótico, que se fundieron en una. Sobre el cerro que domina la villa existió en tiempos un importante castillo.

El local, situado en lo alto del pueblo, tiene unas vistas preciosas. Pedimos unos bocadillos y tardan bastante en servirnos, nos da tiempo hasta para leer la prensa. El almuerzo dura una hora, así que lo que nos espera en adelante es un buen atracón de sol. No vamos bien de tiempo y sé que aún nos quedan tramos muy lentos y que van a coincidir con las horas de más calor.

Entramos en un camino con dirección noroeste y paralelo al río Elorz, que en pocos metros se transforma en un corto sendero que desemboca en una pista que cruza este río. Esta se transforma de nuevo, pasados 1,5 km, en un sendero que se adentra en el bosque. No es muy largo y pronto llegamos a Yarnoz. Hace calor y reagrupamos bajo unos árboles, junto al mirador de la iglesia. Sé que ahora llega un largo tramo de senderos y mis recuerdos de anteriores viajes no son muy buenos. Se me hizo especialmente pesado. Veremos esta vez.

Reanudamos la marcha y pronto entramos en  un sendero que aparece ciclable, quizás mi técnica ha mejorado lo suficiente para afrontar los continuos sube y bajas que este realiza para salvar los distintos barrancos. Algunas de las rampas son muy duras y obligan a desmontarse. En menos de dos km llegamos a Otano, pueblo que dejamos a la derecha bajo nosotros. Después de 1 km decidimos detenernos. A nuestra derecha está un canal de riego que no conocía. Nuestro compañero Juan Carlos trabajo en él durante su construcción. Dudamos unos instantes mientras escrutamos la dirección que sigue la pista que corre paralela a él. Sé que el tramo de sendero que queda hasta llegar a Tiebas es bastante aburrido y pesado. Decidimos descender unos metros con la bici al hombro y seguir por la pista del canal.

Antonio y Manolo se han adelantado y siguen por el sendero. Intentaremos comunicarnos con ellos o nos veremos en Tiebas. En poco menos de 1 km la pista se acaba y sale a la NA-5000, en las proximidades de Ezperun, un pequeño núcleo de casas. Llamamos a gritos a los dos adelantados, y que ahora tenemos a la vista, para que desciendan hasta la carretera. Nos espera Fernando y aprovechamos para hidratarnos bien. Decidimos seguir hasta Tiebas por esta carreterita sin apenas tráfico. Esta discurre de forma bastante favorable hasta llegar al pueblo, donde asciende hasta su parte superior. Atravesamos la localidad. El camino prosigue junto a la iglesia de Santa Eufemia para salir del pueblo. Pronto entramos en una pista que discurre paralela a la autovía dejando Campanas a nuestra derecha, al otro lado de la autovía. Este tramo también es nuevo para mí. Siempre había pasado por Campanas. La pista, tras alguna fuerte rampa, termina en una rotonda de acceso a la autopista. Cruzamos bajo ella, y tras otra rotonda, entramos en un camino bastante placentero que nos aleja de este batiburrillo de vías de comunicación.

Por el camino de las Cascajeras llegamos a Muruarte de Reta donde atravesamos la línea del ferrocarril. Continuamos por un camino asfaltado hasta el muy cercano pueblo de Olcoz. Rodeamos el pueblo por el este y continuamos por una mezcla de pista y sendero en regular estado que transita a media ladera. A nuestra izquierda asoma el túnel por el que aparece el canal que hemos seguido antes. La senda se transforma bruscamente en camino y desciende hasta las cercanías de Añorbe y Tirapu. No entramos en estos pueblos y un atajo bastante estropeado nos deja en la NA-6013. La atravesamos y pedaleamos por una pista en buenas condiciones que nos permite recuperar tiempo. Pronto llegamos a Eneriz, pueblo que se alarga de forma desmedida debido a un gran número de urbanizaciones que crecen junto al camino.

Poco después de recorrer 2 km dejamos la pista para tomar un sendero que sale a nuestra derecha. Está muy cerrado y se pedalea con cierta dificultad. En poco más de 500 m, este nos deja en la ermita de Nuestra Señora de Eunate. Es un lugar que desde siempre me ha apasionado. Por desgracia, en esta ocasión está cerrada y no la podemos visitar. El nombre de Eunate, en euskera significa "cien puertas" en alusión directa a la arquería o claustro que rodea el perímetro de la iglesia. Su peculiar forma, su emplazamiento en medio de la nada y su soledad, le confiere una belleza y serenidad difícil de igualar. No es de extrañar su ligazón con fuerzas telúricas.

…El vacío interior transmite serenidad y energía sobre todo si el peregrino se coloca bajo el centro geométrico de su cúpula, en el punto medio del suelo…”

Es tarde y se que a partir de aquí, salvo un corto tramo de sendero, el resto de trayecto hasta Puente de la Reina debe hacerse por asfalto. Salimos a la NA-6010 y pedaleamos con todas nuestras fuerzas. Hay bastante tráfico y eso no nos gusta. Dejamos Obanos a nuestra derecha. En este punto se unen el Camino Aragonés y el Camino Francés y a partir de aquí serán uno solo. Desembocamos en la N-111 y pronto entramos en Puente la Reina.

Bajo el monumento al peregrino nos hacemos una foto de recuerdo. Para salir todos, Michel en un “franglihs” macarrónico le pide a un peregrino extranjero que nos haga una foto. El caso es que lo entiende.
Entramos en Puente la Reina, y antes de buscar un lugar para comer, llevo a mis compañeros a la Iglesia del Crucifijo, en cuyo interior hay un Cristo renano con los brazos en forma de Y. Los amantes del misterio lo relacionan con la pata de ganso –juego de la oca- lo mismo que el puente sobre el río Arga –puente del juego de la oca-

Son las 3 de la tarde, hace un calor infernal, y estamos muertos de hambre. Decidimos buscar un restaurante y entramos en el primero que ofrece un precio razonable. Dentro se está de maravilla gracias al aire acondicionado y a las cervecitas que pedimos. Optamos por comer el plato del día que resulta ser abundante y de calidad. Estiramos todo lo posible la sobremesa, da miedo salir a la calle debido al fuerte calor. La prudencia aconsejaría quedarse a descansar hasta que bajase el sol, pero nos apetece llegar a buena hora para descansar en nuestro destino.

Son las 4,30 cuando reemprendemos la marcha. Toda una locura. Recorremos lentamente la antigua “sirga peregrinal” dejando a nuestra derecha la parroquia de Santiago y San Pedro para desembocar el puente que da nombre al pueblo y que cruza el río Arga. Este puente es todo un símbolo, tanto mágico, como de todo el Camino de Santiago.

…Es el más bello puente románico que puedas imaginar. Tiene un perfil típico en "lomo de asno" con sus rampas ascendiendo hasta el punto más alto sobre la clave del arco central. Posee siete arcos de medio punto (a la vista seis, pues el séptimo se halla bajo el nivel del suelo en la orilla izquierda por debajo del torreón que en épocas posteriores se edificó para controlar el paso de personas y enseres a su través)…

Siguiendo la flecha amarilla, abandonamos el pueblo junto al convento de las Agustinas. Vamos por la margen derecha del río Arga hasta que gracias a una impresionante rampa nos acercamos al camino que va paralelo a la autovía. Al final de la subida nos detenemos agotados. La digestión, el esfuerzo de la rampa, y el calor, nos dejan exhaustos. Recobramos el aliento y continuamos en dirección al cercano pueblo de Mañeru.

Rodeamos el pueblo por el sur y salimos de él en dirección oeste. Este tramo hasta Lorca lo recuerdo especialmente bonito, pero ahora debido a la construcción de una nueva autovía no sé como habrá quedado. Rodeados por campos de cereal y viñas, nos acercamos a Cirauqui. Rodeamos el pueblo por el sur y salimos por la antigua vía romana. Descendemos en bici y a pie para atravesar los restos de un antiguo puente romano. A partir de aquí el tramo es distinto a como lo recordaba y por un puente elevado paramos sobre la nueva autovía. Continuamos por buena pista creada de forma paralela al antiguo camino de Estella y por donde transitaba antes el camino. Pasamos sobre el puente medieval de Dorrondea, ya en desuso.

El camino continúa paralelo a la autovía hasta cruzar bajo ella para salir a la antigua N-111. En ese punto tomamos un sendero que circula paralelo a la NA-7171 y que nos hace pasar bajo el acueducto que trae el agua desde el cercano embalse de Alloz. Las flechas amarillas nos hacen tomar un camino a la izquierda para cruzar el río Salado por un bonito puente medieval. Según relata el Códice Calixtino

"… ¡Cuidado con beber en él, ni tú ni tu caballo, pues es un río mortífero! Camino de Santiago, sentados a su orilla, encontramos a dos navarros afilando los cuchillos con los que solían desollar las caballerías de los peregrinos que bebían de aquel agua y morían. Les preguntamos y nos respondieron mintiendo, que aquel agua era potable, por lo que dimos de beber a nuestros caballos, de los que al punto murieron dos, que los navarros desollaron allí mismo…"

Volvemos a cruzar bajo la autovía y por un precioso camino ascendente, al que el atardecer da un toque especial, llegamos a Lorca. Entramos en él junto a la iglesia de San Salvador. Este pueblo será el final de nuestra etapa. Cruzamos el pequeño pueblo por la “sirga peregrinal” hasta que al final de la calle vemos a Fernando que nos hace señales para indicarnos el lugar donde está el albergue privado  Bodega del Camino.

Es una antigua casa de labranza totalmente remodelada y cuyas habitaciones están a la altura de muchos hoteles. Decidimos que preferimos estar juntos y nos acomodamos en una habitación de dos alturas, grande, con literas y camitas. Todo parece nuevo. Además, por suerte, tenemos aire acondicionado. Después de una ducha por riguroso turno y ya adecentados, nos bajamos a la plaza que hay bajo nuestra ventana. Ya está a la sombra y aprovechamos para tomarnos unas latas de cerveza antes de recorrer el pueblo.

Nos dice la propietaria que la cena es a las 7, lo que no nos da margen para hacer nada. Al final negociamos que en vez de una cena al uso, nos hará unas pizzas y así podremos cenar cuando queramos. No es el plato ideal por su escasa cantidad, pero es lo que hay y aceptamos gustosos ante la amabilidad de la dueña. Aprovechamos para poner unas lavadoras, la ropa se seca en poco tiempo debido al calor reinante, y salimos a dar una vuelta por el pueblo. Nos enzarzamos en una agradable tertulia con un abuelo del pueblo que cultiva su huerto regándolo con un curioso sistema de tuberías. Nos llama la atención una peregrina alemana que está hablando por el móvil desde que llegamos hasta altas horas de la tarde. ¡Todos queremos un móvil con esa batería!

Las cosas han cambiado mucho. La última vez que pasé por este pueblo, tuvimos que cenar en medio de la plaza lo que compramos en una pequeña tienda porque no había nada; y para dormir le alquilamos unas habitaciones a la señora Carmen que nos distribuyo en viejas camas donde era imposible conciliar el sueño. Hoy, buena cama, aire acondicionado…

Al final han sido 73 km, 1294 m de desnivel acumulado y 5,45 h de pedaleo.

 

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