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Pedaleando entre viñedos
Calahorra
Alfaro

Hay que pegarse por una sombra. Más de 40º.


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Camino de Logroño
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Agocillo - Tudela

1 de julio de 2015

No hace falta que suene el despertador para abrir los ojos, es más, estoy deseando que amanezca. ¡Vaya noche sin poder dormir! Nos levantamos cansinamente para asearnos, curarme las heridas y bajar a desayunar al bar del hotel. Las caras de los demás compañeros no son mejores que la mía.  Para colmo, la etapa de hoy parece que es la menos interesante de toda la ruta. Cargamos el coche, que hoy llevará Antonio, y salimos a pedalear. El sol aún está muy bajo.

Debemos volver sobre nuestros pedales para entrar en el polígono industrial El Sequero. Lo cruzamos buscando el camino que nos permita entrar en el trayecto a seguir. Cruzamos las vías del ferrocarril para acercarnos hasta el río Ebro, pero pronto cambiamos de dirección para seguir una pista, marcada con postes de la GR-99,  que en menos de 2 km nos deja en el pequeño pueblo de Arrúbal. Lo rodeamos por el norte y en él solo destaca la iglesia del Salvador.

Tras una breve equivocación de camino, de la que nos saca Tere, ascendemos un poco para tomar un camino que nos lleva a circular paralelos a la vía del tren. Dejamos a nuestra izquierda San Martín de Berberana, antigua mansio romana de Barberiana, hoy despoblado que conserva el nombre de San Martín de Berberana, y que por ella pasaba la calzada romana que iba desde Virobesca –Briviesca- a Caesaraugusta –Zaragoza-.

El camino llanea y transita bajo una zona de árboles que, con una agradable luz del sol y una buena temperatura, hace que nos sintamos mejor. Pedaleamos con calma y enseguida llegamos a la ribera del río Ebro. Avanzamos siguiendo el curso de sus amplios meandros. A nuestra derecha, al otro lado de la vía del tren, unos altos farallones calizos dan cobijo a numerosas aves. La imagen es bastante espectacular de no ser por la presencia del tren. Pasamos junto a un observatorio ornitológico para buitres, algo destartalado. El río divide las provincias de Navarra y Logroño.

A veces el camino se transforma en sendero y en algún tramo desaparece como consecuencia de las graves inundaciones que el Ebro produjo este año, obligándonos a ir campo a través. Hay algún punto en el que el río se ha llevado todo el camino, llegando hasta la base de la línea del ferrocarril que se libra por poco.

En un desvío de caminos llegamos hasta la ermita de San Aradón. Este es el único resto que queda de la abadía de la antigua villa de Aradón, que desapareció al romperse la barrera de una laguna, arrasando con todo el convento. En este punto nos planteamos la posibilidad de cambiar el recorrido para llegar a Alcanadre, pero al final decidimos seguir por el camino “oficial”.

Éste mejora, cruza un barranco con bastante agua, y se introduce en una zona de carrascas. Nos encontramos a unos cuantos corredores que entrenan al amanecer. Nos alejamos del río y en pocos minutos entramos en Alcanadre. Aquí nos espera Antonio y aprovechamos para hidratarnos lo mejor posible. Atravesamos el pueblo, que parece deshabitado, y siguiendo las indicaciones del GPS, salimos en dirección sur para entrar en una pista de tierra. Ascendemos hasta un paraje llamado Los Justales donde el camino se bifurca. El grupo se ha separado y decidimos reagrupar.

Ante nosotros se abre una amplia meseta que nos permite ver cómo van a ser nuestros siguientes kilómetros. Zonas de viñedos con algo de cereal intercalado. Descendemos con rapidez para cruzar la autopista A-68 por un puente elevado. Ahora pedaleamos con la autopista a la izquierda y grandes extensiones de viñedos a la derecha. Salvo estos, el resto de paisaje no es excesivamente bonito. Rodamos a gran velocidad, no hay nada interesante donde detenernos. Más adelante cruzamos la N-123 y enseguida atravesamos la autopista por un paso subterráneo. Seguimos paralelos a esta hasta que por otro paso elevado salvamos la línea del ferrocarril.

Ahora pedaleamos con el canal de Lodosa a nuestra izquierda. Pronto lo abandonamos y durante ocho kilómetros seguimos casi de forma rectilínea una pista que nos deja en una carreterita en las cercanías de Calahorra. Entramos en esta población, ya de más entidad, y la recorremos de norte a sur. Fue importante ciudad romana, la Calagurris Nassica Iulia, con ceca que mantuvo hasta la Edad Media. Tras el recorrido llegamos hasta la catedral de Santa María, situada justo antes del puente que atraviesa el ancho río Cidacos. Al otro lado de él, en la Fuente de los 13 caños, nos espera Antonio con el coche. Aprovechamos para comer alguna pasta y sobre todo, beber. El calor ya es intenso. Descansamos un rato y proseguimos la ruta por una estrecha carreterita. A la altura del santuario del Carmen, nos desviamos a la derecha por un camino asfaltado en una recta interminable que se acerca hasta el río Ebro. No es el tipo de recorrido ideal, pero no hay alternativa.

Siempre acompañados de grandes campos de frutales, llegamos a Rincón de Soto. Atravesamos la población por una larga avenida, pero nos detenemos bajo unas sombras en un parque. Los “críos” comienzan a jugar en unos juegos infantiles. La cabra siempre tira al monte. Unas señoras nos preguntan que si conocemos la casa de Llorente, antiguo jugador del Bilbao. Nos dejan sorprendidos y no sabemos qué contestar. Esta población es conocida por las peras Rincón de Soto.

El camino sigue en la misma dirección sureste que traemos, siempre rodeados de frutales y almacenes agrícolas. Volvemos a ir paralelos a la vía del tren. En ocho kilómetros llegamos a las cercanías de Alfaro. Salimos a la N-232 y entramos en Alfaro atravesandoel río Alhama por la calle Zaragoza que asciende hasta llegar a la plaza de toros. Justo enfrente está el hotel Palacios Rioja. Preguntamos si podemos comer y si tienen un sitio donde dejar a buen recaudo las bicicletas. Nos contestan afirmativamente a las dos cosas. Encerramos nuestras bicis y decidimos comer en el interior. Hace un calor insoportable en el exterior y dentro hay refrigeración. El establecimiento está muy bien y nos dejamos caer en las sillas exhaustos. Una noche sin dormir y el calor nos dejan apagados. La comida es excelente a un precio que nos sorprende porque es muy asequible. Alargamos todo lo que podemos la sobremesa, nos quedan unos 25 km hasta Tudela y eso no es demasiado. Pedro, que conoce la zona, nos dice que los haremos sin esfuerzo.

Pasada una hora y media, retomamos la ruta. Al salir del hotel, una bofetada de calor nos hace querer volver a entrar, pero el deber es el deber y hacemos de tripas corazón. Debemos recorrer todo el interior del pueblo para llegar al punto de salida. En el trayecto, nos detenemos ante la monumental iglesia de San Miguel Arcángel. Unas fotos y proseguimos para salir del pueblo por la avenida de Navarra. Poco después llegamos a Castejón y  a su estación del ferrocarril donde tenemos un momento de duda. Dos caminos corren paralelos a la vía del tren y el GPS no los discrimina. Pedro toma la decisión de continuar por su izquierda.

-Luego se juntan – nos dice seguro.

-Tú mandas – le contesto.

El camino continúa paralelo a la vía y donde se supone que se unía al del otro lado, no hay ningún paso, el nuestro se aleja en dirección al río Ebro y se adentra en sus sotos. Lo seguimos un rato y el camino se acerca de nuevo a la vía del tren. Aquí desaparece. Hacemos unas indagaciones y vemos que no nos queda más remedio que cruzar la vía del tren que circula elevada sobre un talud que no permite ver que hay al otro lado. Emprendemos una misión de exploración para subir a la vía y afortunadamente vemos que al otro lado hay un camino. Porteamos las bicis y descendemos como podemos hasta él. Ahora parece que ya estamos en la buena dirección.

-Lo siento –dice Pedro bastante abrumado.

-No pasa nada, así son las rutas de btt – le contesto, mientras me río.

Sin más problemas y por una carreterita asfaltada llegamos a Tudela, entrando junto al puente sobre el río Ebro. En un parquecito con una fuente, nos refrescamos todo lo que podemos. Como Pedro reside periódicamente en esta ciudad, nos dirige con rapidez hasta el hotel que él mismo reservó. Por fin hemos llegado,  la etapa de hoy no es de las que se recuerdan, es más bien aburrida y con poco encanto, salvo la visita de Calahorra, Alfaro y por supuesto Tudela, pero como ruta btt, un desastre que deseas acabar lo antes posible.

Dejamos nuestros bártulos y subimos a las habitaciones. Somos tres en la mía, pero pronto nos organizamos y nos tumbamos en las camas. Pedro no dormirá con nosotros, pues lo hará en casa de Nieves, su chica del alma. Tras un rato de descanso y una cerveza en el salón del hotel, salimos a dar una vuelta. Ya estuvimos el año pasado en nuestra ruta veraniega y por tanto más que ir a ver monumentos, nos dedicamos a pasear y buscar un buen local donde sentarnos a charlar.

Hacemos hora hasta que vamos a cenar a casa de Nieves. Menudo festín nos han preparado. No hace falta que comamos hasta llegar a Huesca ¡madre mía¡ Nosotros, en nuestra línea; entre palabra y palabra lo devoramos todo.
La sobremesa se alarga considerablemente y casi se nos olvida que hay que descansar. Tenemos que recuperar el sueño de dos días.

Volvemos al hotel y caemos derrumbados en la cama, ni tiempo de contar hasta tres…

Al final han sido 88 km, 298 m de desnivel acumulado y 6 h de pedaleo. Ha sido una etapa plana en todos los sentidos. Como podéis ver, ni siquiera deja muchas imágenes para el recuerdo.

 

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