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Albergueiroa. Nuestra vieira dedicada
Pedaleando por la laguna desecada de Antela
Sombrías corredoiras entre robledales o carballos

Xunqueira de Ambía. Colegiata de Santa María la Real


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Camino Sanabrés
Benavente - Fisterra

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Vilavella – Xunqueira de Ambía (3/3)

Ya por carretera, descendemos hasta Alberguería donde nos espera César con bebidas frescas. Cogemos agua en un grifo y nos acercamos hasta un local donde se oye música del disco Abraxas de Carlos Santana y que suena a gloria bendita en estos momentos y en este lugar. Es el Rincón del Peregrino regentado, según me he enterado luego, por Luis Sandes. Nos pide que firmemos en una concha que luego cuelga en la pared. Las hay a miles y tan apenas hay un hueco para una más. Firmo una con el nombre de la peña y la cuelga con un tornillo junto a la puerta. José Luis compra una para Begoña mientras charlamos un momento con el señor.

Salimos del pueblo siguiendo las flechas, para entrar en un sendero que desciende entre helechos y muros de piedra, hasta que se hace intransitable durante unos metros en los que debemos pasar a pie sobre las consabidas losas de granito. Superado este tramo, el sendero se transforma poco a poco en un camino muy agradable  por el que llegamos hasta una pista asfaltada que atravesamos de frente. Vamos algo separados hasta llegar a una carretera. La cruzamos de frente y nos acercamos a una cruz de madera situada junto a un mojón del camino con montoncitos de piedras. Al fondo vemos una vasta extensión llana de Limia. Descendemos con rapidez por una pista rodeada de helechos y árboles que desemboca de nuevo en la carretera. La seguimos durante unos instantes, hasta que en una fuerte curva, debemos entrar de nuevo en otra pista. Esta continúa en descenso hasta el valle por una zona más abierta y que serpentea hasta bajar a un tramo más llano, rodeado de robles y vallas de piedra, en el tan apenas entra la luz. Salimos a una carretera local y enseguida volvemos a entrar en un tramo como el anterior que ya termina en la carretera de acceso a Vilar de Barrio.

Entramos agrupados en este pueblo de casas de piedra y abundantes hórreos. Ascendemos hasta una gran plaza y nos detenemos para que Pedro vaya a sellar las credenciales. Aprovecho para ir a fotografiar la iglesia de San Pedro de Fiz y el crucero situado junto a ella.

Poco después, salimos del pueblo por la carretera que se dirige a Bóbeda, pueblo en el que encontramos un conjunto de hórreos precioso. Sin apenas darnos cuenta, entramos en Gomareite donde volvemos a encontrar más hórreos. Este continuo paso por pueblos, de los que apenas se puede leer el nombre, acaba por volverme loco. Es casi imposible, salvo en los núcleos mayores, saber dónde te encuentras realmente, Además, pedaleamos que parece que nos persiga el diablo y tan apenas da tiempo a leer los carteles indicadores.

Al salir de este pueblo, y poco antes de llegar a San Miguel, giramos a la izquierda para pedalear por una llanura parcelada que resulta ser el fondo de la laguna desecada de Antela. Este sitio, era un humedal de gran extensión que se consiguió secar en los años 50. Tras casi cuatro kilómetros de recta interminable, rodeados de cereal, maíz, etc., giramos 90º para dirigirnos en ligero ascenso hasta Bobadela, pasando junto a unos enormes castaños. Empiezo a estar cansado de tantas prisas por llegar y de no poder parar ni a respirar.

Atravesamos Bobadela en ascenso, por una calle estrecha con hórreos a los lados y muros de piedra que separan los huertos. Casas de grandes bloques de granito en su basamento con pequemos balcones de madera. En uno de ellos, hay media docena de motos antiguas.

La calle acaba en un viejo camino que asciende entre grandes robles  por los que apenas pasa la luz y muros de piedra. Me suena el móvil y es César para indicarnos que está en Xunqueira de Ambia y me explica donde está el albergue. Retomo el camino junto a Pedro que me ha esperado, y ascendemos hasta cruzar una carreterita local y llegar a Padroso. Solo salir de él, entramos de nuevo en una zona arbolada con el terreno encharcado. Subimos un poco y llegamos a una zona desnuda de vegetación desde la que se observa parte de la comarca y lo que fue la laguna desecada. Tras reagrupar,  descendemos por un sendero y, entre árboles, entramos en Cima da Vila. Mas hórreos de madera y piedra por todas partes, mientras la calle se transforma en un camino que nuevamente está rodeado de castaños. Parece que no vamos a llegar nunca. Este tramo de recorrido es precioso, pero no saber donde estoy, es superior a mis fuerzas. Por otra parte el mapa del GPS tampoco refleja todas las aldeas por las que pasamos.

El camino es cada vez más sombrío y con mis gafas de sol, tan apenas puedo ver nada. El suelo está lleno de trampas en forma de regueros, ramas y piedras tapadas por la hojarasca. Es el decorado ideal para una película de terror y no digamos en un día de lluvia o con niebla. Seguro que por estos lares está el bandido Fendetestas.

Este camino cruza un par de veces la carretera, pero sigue siempre sin alterar la dirección. Como ya va siendo costumbre, de nuevo cerramos el grupo Pedro, Tere, Michel y yo, que somos los que hacemos casi todas las fotos.

Por fin llegamos al albergue de Xunqueira de Ambía. Es bastante moderno y cómodo por dentro. Nos reparten las literas, y como es lógico por la hora que es, casi las ocho de la tarde, solo quedan las de arriba que no las quiere nadie y en dos camaretas separadas. Por fortuna me toca una que da a la pared y es más difícil caerse.

Comienza el ritual de todos los días, pero esta vez solo entro lo imprescindible en el albergue pues tenemos la furgoneta aparcada en la puerta por si nos hace falta algo. Tenemos las duchas para nosotros solos y vamos a ellas rápidamente. Incluso me da tiempo de darme un buen afeitado, que ya toca. Mientras tanto, José Luis y Antonio, candan las bicis en el exterior. Nos vestimos y salimos a dar una vuelta, acercándonos al pueblo –el albergue está en las afueras, junto al polideportivo- para visitarlo y ver donde cenamos. Visitamos el exterior de la Colegiata de Santa María la Real. Fue monasterio en sus orígenes, pero la construcción de la iglesia fue posterior, en el siglo XII y XIII. Tiene un claustro y en su exterior hay una figura de un Cristo en una pequeña capilla. En el primer sitio a donde vamos, no nos dan de cenar a nueve personas. Volvemos sobre nuestros pasos hasta la bocatería  Bejé, que hemos visto antes. Aquí sí, y pronto hacen sitio en el pequeño local. Hay pocas opciones, así que elegimos lo que queda -pasta y lomo-, pues lo que si hay, es hambre.

Son las diez de la noche y aún hay luz. Regresamos al albergue y entramos los portátiles para descargar datos y poner a punto el GPS para los días siguientes. Nos sentamos en los sofás de la cocina-comedor, acompañados del gran ruido que hace la máquina de refrescos. Entre unas cosas y otras y la gran cantidad de fotos que tengo que descargar, a Pedro y mi, se nos hacen las doce de la noche. Nos metemos en la litera haciendo el menor ruido posible para no despertar a nadie, pero el suelo está lleno de bultos que son difíciles de esquivar.

Hoy no ha habido tregua y ha sido muy intenso, pero el tramo final desde Vilar de Barrio hasta Xunqueira de Ambía se me ha hecho eterno.

Este día ha sido muy exigente, pues hemos estado en acción cerca de 7 horas, hemos acumulado 1500 m de desnivel en ascenso, pero casi 1900 m en descenso, durante los 80 km de la ruta.


 

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