título
Hoy es
INICIO - DIARIO - CONSEJOS - GPS -INTERÉS
Campobecerros. Comiendo unos helados y alternando con los parroquianos
Portocambra. Asaltando una fuente
Laza. Iglesia de san Xoan

Ascendiendo desde Tamicelas por un duro cortafuego


Descargar el libro

Camino Sanabrés
Benavente - Fisterra

en PDF (8 Mb)

 

 

Vilavella – Xunqueira de Ambía (2/3)

Ya en una carreterita local, entramos en Campobecerros. Parece que el pueblo tiene cierta entidad y no se parece a las aldeas que hemos visto desde A Gudiña. Pasamos junto a la iglesia con espadaña que tiene una escultura de Santiago Apóstol sobre su puerta y tumbas junto a ella. Por sus calles aparece una furgoneta que lleva productos congelados para vender por los pueblos. Le preguntamos al conductor si lleva helados y nos dice que sí. Abre uno de los portones laterales y aparecen docenas de productos ordenados en cajetines. De uno de ellos saca unos cucuruchos que nos comemos con avidez. Los vende a 60 céntimos de euro, increíble. Mientras tanto, se acerca un habitante del lugar que nos explica como es el trayecto que nos queda hasta Laza.

Salimos del pueblo por una calle de fuerte pendiente con casas bastante arregladas y adornadas con flores. Como nos ha dicho el hombre, comenzamos a ascender durante un kilómetro y medio de asfalto a un ritmo muy tranquilo. Por fin vamos delante Michel y yo, porque llevamos una etapa de esprines continuos por culpa de la fotografía. Desde el punto más alto, descendemos hacia un vallecito donde se encuentra Portocambra. El paisaje ya ha cambiado y ahora abunda el verde de los árboles y de los prados de pastos.

Portocambra es un pueblecito que se estira a lo largo de una única calle sobre la carreterita y en el que se mezclan las casas antiguas de piedra, madera y adobe, con otras más modernas de bloques de cemento sin lavar. Antes de salir del pueblo, paramos en una fuente con símbolos jacobeos para reponer líquidos. Vemos al menos, a cinco personas en el pueblo, todo un logro para el día de hoy.

Salimos del pueblo ascendiendo por la carreterita hasta llegar a una gran cruz de madera. Chavi intenta subirse a ella para que le fotografiemos, pero debe desistir. Michel tendrá que hacer un montaje de los suyos.

Esta cruz marca un cambio de dirección y ahora el camino se introduce en una amplia pista por la que se desciende con rapidez. La vegetación de monte bajo, crece ahora más verde y sana. A nuestra derecha, en el fondo de un frondoso valle, vemos el pueblo de Cerdedelo.

Continuamos el descenso en una auténtica carrera de relevos entre los que hacemos fotos. Al llegar a una curva, justo cuando el camino entra en un pinar, vemos el pueblo de Trez en el fondo del barranco. Poco después y tras un reagrupamiento, entramos en la aldea de As Eiras, donde unos peregrinos descansan a la sombra de un porche en un pequeño merendero con fuente.

Descendemos por la carretera de acceso a este último pueblo, pero sin despistarnos de las flechas amarillas. Estas pueden aparecer de repente cambiando de dirección como ocurre en este caso, en el que a gritos, avisamos a Antonio que se ha saltado un desvío hacia un camino bastante escondido. Por fortuna, nos oye y no se aleja demasiado. Es un tramo muy corto y empinado en el que José Luis decide bajar andando y que, tras cruzar el río Trez,  desemboca en una carreterita local que recorre el fondo del valle.

Ya hemos bajado todo lo que había que bajar, así que la carretera llanea entre campos de maíz y prados hasta llegar a Laza. Entramos en el pueblo siguiendo la dirección del albergue y así llegamos hasta el local de protección civil donde una voluntaria, muy amable, nos sella las credenciales y nos aconseja que hagamos el trayecto hasta Albergueria por carretera, ya que la variante por Tamicelas está muy deteriorada por las lluvias del invierno. Agradecemos el consejo y decidimos hacerle caso.

Salimos en busca de un lugar donde comer y pasamos junto a la Iglesia de san Xoan, para llegar a la plaza la Picota. Aquí vemos un bar restaurante que se llama A Picota, como la plaza. Preguntamos si nos pueden dar de comer a nueve hambrientos y el dueño va a preguntar a su mujer. Nos dice que sí, pero que tenemos que esperar.

Nos tomamos unas cervezas y coca-colas hasta que nos avisen, mientras, hablamos con la camarera sobre unos personajes que se parecen a los arlequines y que aparecen en fotos de la pared. Nos explica que son los Peliqueiros. Son las máscaras que llevan en los carnavales de Laza.  Nosotros avisamos a César que venga hasta aquí. Por fin entramos a comer y , pasando de largo el comedor, nos llevan a una especie de nave de piedra muy fresca. Allí han montado unas mesas ya que en el comedor no cabemos y nos comentan que comeremos más frescos. Estamos muy a gusto y esperamos a que nos sirvan lo que hemos pedido y les quede, no en vano, son casi las dos de la tarde.  Nos sirven lo que pedimos y está para chuparse los dedos. Unos caldos con garbanzos, otros entremeses, churrasco, pollo, etc., ya que a la buena mujer no le queda de todo para todos. Mejor, así probamos de todo. El café lo tomamos en el bar mientras César paga  lo consumido.

Son casi a las cuatro de la tarde y nos queda mucho por pedalear. Salimos siguiendo la calle donde estamos, para avanzar hasta desembocar en la carretera OU-113. Seguimos por ella, haciendo caso a la chica de protección civil y a las flechas amarillas, por  un terreno que tan apenas tiene desnivel. De esta manera, en cuatro kilómetros llegamos a Soutelo Verde, pueblo que atravesamos y donde aparece un curioso indicador de “Granada a 888”. Volvemos a la carretera y, despreocupados, seguimos las flechas amarillas que nos meten en un camino muy llano que avanza por el fondo de un valle. Entre tanta charla no nos damos cuenta que vamos por la ruta que nos han desaconsejado. El camino es muy agradable y en poco tiempo llegamos a Tamicelas.

Aquí comienza un duro ascenso por el pueblo que acaba en una trocha por la que pedaleamos hasta que al cabo de un rato, debemos bajar de la bici. La inclinación y sobre todo las piedras sueltas, impiden el pedaleo, además son las peores horas del día para este esfuerzo y más, después de haber comido como leones. Una suerte de garbanzos saltarines, se empeñan en jugar dentro del estómago.
 

Continuamos a pie, ascendiendo fuertemente por el Monte da Travesa, hasta un cortafuego donde ya podemos volver a montar en la bici. Seguimos en ascenso y por momentos pensamos que ya ha pasado lo peor. Antonio se adelanta como de costumbre y detrás nos quedamos Michel, Pedro, Tere y José Luis, que va un poco tocado. En una fuerte rampa, Tere, Pedro y Michel empiezan a gritar para darse ánimos y salvar las piedras sueltas y los escalones del terreno.

-Ahora entiendo porque grita Edu; gritar anima y da fuerzas - dice Tere.
 

En el tramo final, cuando parece que ya acaba, la pista se convierte de nuevo en sendero que a duras penas podemos subir montados. Por fin, salimos a la carretera que debiéramos haber tomado si hubiéramos hecho caso de los consejos, sin embargo tampoco ha sido tan difícil como para descartar el recorrido oficial. ¡No se nos pone nada por delante!

 

INICIO - DIARIO - CONSEJOS - GPS - INTERÉS
título

Página creada el 29/07/2007 por Miguel Soler Gracia. Optimizada para IE4.0 o superior. Resolución 800x600 o superior, 32 bits de color y el pluggin de Flash. Se autoriza a todo el que visite esta web, al uso del material que en ella se contiene siempre y cuando no se haga ningún uso comercial de él. En todo caso, se hará mención clara y explícita del autor y origen de los datos.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.