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Preparación de la ruta Como cada año, al llegar los cortos y tristones días de invierno, empiezo a soñar con una nueva aventura con mis compañeros de pedal. Hay mucho tiempo para dar vueltas a la cabeza y recorrer la web en busca de nuevos recorridos. Quedan muchos por realizar, pero no tantos que se ajusten a nuestros periodos vacacionales. Solo coincidimos todos, durante la primera quincena de julio y siempre a expensas de que en nuestras diversas empresas nos las concedan. Estamos en una época de crisis y, en mi caso, no me las confirman hasta bien entrado el mes de Junio. Por otra parte, algunos de los “clásicos” de estas rutas, se caen de lista por motivo de las oposiciones a las que se presentan. Así, Paz y Edu, muy a pesar suyo, se quedan en Huesca. Por fin, decidimos comenzar el día uno de julio y acabar el diez del mismo mes. Esto, tras descontar los viajes de ida y vuelta, nos deja solo siete días de pedaleo. El Camino Sanabrés se ajusta bien a nuestras posibilidades y, si todo va bien, nos permitirá alargarla hasta Finisterre, pero esta vez, pasando por Muxia. En el año 2006, realicé, junto a mis compañeros Luis, Chavi, Pedro, Cesar y Antonio, la Ruta de la Plata que a su vez forma parte del Camino Mozárabe de Santiago. Este último, al llegar a Granja de Moreruela, ofrece dos variantes: seguir hasta Astorga donde se une al Camino Francés o desviarse hacia el oeste, en dirección a Orense, por el llamado Camino Sanabrés. Como en esa ruta nuestro objetivo era recorrer íntegramente la vía romana que unía Mérida con Astorga, decidimos tomar la primera opción, pero quedó claro que algún día deberíamos recorrer la segunda opción. Por fin, después de cinco años, llega el momento del Camino Sanabrés. Este, es uno de los numerosos Caminos que recorren la península en dirección a Santiago de Compostela. Afortunadamente, aún no es de los más transitados. Esto tiene sus pros y sus contras. Por un lado es un recorrido mucho más aventurero, pero la consecuencia es que existe una menor información. Busco y leo todo lo que puedo en internet: tracks, blogs, diarios personales, alojamientos disponibles, albergues, etc. También me viene de maravilla el libro que usé para hacer la Vía de la Plata. Es una guía sobre el camino Mozárabe de Santiago editada por la Diputación de Sevilla y la Asociación de Amigos del Camino de Santiago Vía de la Plata de Sevilla. Su información puede estar algo desfasada en cuanto a alojamientos, pero como descripción de la ruta, es muy buena. Con el paso del tiempo tengo suficientes datos para comenzar el marcaje de la ruta, como en ocasiones anteriores. Esta vez es menos estresante porque, en última instancia, solo queda recurrir a buscar y seguir la eterna “flecha amarilla” compostelana, pero cuando algo parece demasiado fácil, como de costumbre, se estropea o sale mal. Todo el trabajo de marcaje de más de 3.500 waypoints se va al traste cuando compruebo, al usar Google Earth, que las ortofotos –fotografías de la superficie terrestre- que he usado con el CompeGPS y que este programa descarga de la red, tienen una desviación en su calibración que ronda los 70 m en algunos puntos. Esto, que puede parecer una minucia, es una catástrofe en una ruta repleta de caminos, desvíos y senderos. Afortunadamente, mi compañero Michel, consigue descargarlas, calibradas correctamente, desde la web del IGN. Vuelvo a repasarlos todos y por fin el trabajo parece acabado. Llega la hora de planear las etapas como hacemos siempre, sin embargo, esta vez, las condiciones son distintas. En la Ruta de la Vía de la Plata éramos solamente seis personas y eso facilitaba el alojamiento, tanto en albergues del Camino de Santiago como en casas particulares que se ofrecen a peregrinos. En nuestras últimas aventuras hemos llegado a ser dieciséis personas y eso nos obligaba a reservar hospedaje para evitar problemas. Michel lo intenta repetidamente sin éxito. En el camino Sanabrés los albergues son más escasos, pequeños, distribuidos de forma anárquica y desde luego no admiten reservas. Los alojamientos de otro tipo tampoco abundan –o no se anuncian en la red- por la pequeñez de los pueblos por donde se transita y, cuando los hay, no coinciden con los posibles finales de etapa. La dificultad aumenta debido a la dispersión de los pueblos gallegos divididos en parroquias que a su vez tienen varias aldeas. Ya en mis anteriores viajes por estas tierras, nunca tuve claro en qué lugar o pueblo me encontraba realmente, salvo que fueran los más habitados. Hablamos los dos y nos planteamos la posibilidad de arriesgarnos y reservar solo lo imprescindible, es decir, el alojamiento del punto de partida en Granja de Moreruela. Sin embargo, en este pequeño pueblo, los alojamientos son muy escasos y no podemos arriesgarnos a empezar mal. Tomamos la decisión de partir desde Benavente, pueblo situado a 15 km de Granja de Moreruela, donde reservamos alojamiento, y desde allí ir al encuentro del trazado “oficial” del Camino Sanabrés. Esto conlleva inventar un recorrido y me pongo manos a la obra, pocos días antes de partir. Por fortuna me resulta fácil y nos “comeremos” solamente un poco de trazado histórico que, además, tiene mucho por asfalto. El resto de la ruta lo haremos siguiendo una serie de etapas ya fijadas, pero con la opción de alterarlas libremente en función de nuestras fuerzas, climatología o posibilidad de alojamiento. En caso de dudas, intentaremos seguir el trazado real, bien marcado, según he leído. Resuelto el primer problema, debemos afrontar el segundo; el transporte de bicis y personas. En anteriores años lo resolvimos con coches particulares, autobús y alquilando una furgoneta. Nuestro proveedor habitual de furgoneta ha desaparecido en oscuras circunstancias y debemos buscar alternativas. Tras revisar las “ofertas” que existen en internet, decidimos preguntar en todas las que existen en Huesca, es decir dos, y nos decantamos por la que, no solo es más barata, sino que permite un mayor número de conductores sin aumentar el precio. La reservamos e insistimos en que, a ser posible, sea la nueva que tienen allí o que esté limpia, pues es posible que tengamos que dormir en ella. Nos prometen que así será, pero hasta que no me vea montado en ella no respiraré tranquilo. Al resto de participantes nos llevará Pedro, que amablemente se ofreció, al disponer de un monovolumen de siete plazas. Su coche quedará en Benavente hasta que regresemos. Y aquí aparece nuestro siguiente reto; ¿cómo vamos a llegar desde Finisterre a Benavente en el viaje de vuelta? Existen autobuses que llevan a los peregrinos y lugareños hasta Santiago, pero tienen unos horarios y recorrido que no nos permiten enlazar con los que nos han de llevar hasta Benavente. Afortunadamente esta Michel que, con unas cuantas llamadas de teléfono, consigue que un taxista de Finisterre nos lleve en su furgoneta privada hasta Santiago de Compostela. Aquí tomaremos un autobús que muchas horas después nos ha de dejar en Benavente. Desde allí, ya en nuestro coche, hasta casa. La furgoneta ha de ser más rápida que nosotros con tanto trasbordo, así que irá directamente a Huesca. También damos por cerrada la lista de participes, ya que no puede superar el límite de diez. Estos seremos Michel, Miguel, Pedro, Tere, José Luis, Antonio, Manolo, Marcos, César y Chavi. César, será el encargado de conducir el coche de apoyo y de ir sondeando los posibles lugares de avituallamiento y pernocta, los demás, a pedalear lo mejor que se pueda y sufrir lo menos posible. Para poder usar los albergues del camino, debemos obtener las credenciales. Como en la Ruta de la Plata, me acerco hasta la parroquia de Santiago donde creo que se encuentra la sede de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Huesca. Me encuentro con otro futuro peregrino –viene de Monzón- y ambos buscamos por todo el edificio a alguien que nos pueda informar. Después de un buen rato, damos con el párroco. Este nos dice, en tono bastante serio, que la asociación ya no está allí y que cree que ahora se encuentra en el nuevo albergue de Huesca. Es tarde y lo dejo para el día siguiente. El Albergue está cerrado y en un pequeño cartel escrito a mano, leo tres números de teléfono y el aviso de que hasta las 13,30 no abren. Como llega la hora y no se acerca nadie, los apunto. Llamo al primer número y me responde un hombre, que en tono amable, me indica los datos que tengo que llevar, DNI, dirección y punto de partida. Como no tengo ningún dato de los que me pide, me ofrece un correo electrónico para que se los envíe. Un correo a todos los participes y en pocas horas tengo todos los datos. Lo llamo y me emplaza a las cinco de una calurosa tarde, en el albergue. Es un hombre amable y con ganas de hablar. Me da las credenciales, ya rellenas con los datos que le mandé, y pasamos a completar un registro que exige la Xunta de Galicia. Me faltan las edades de cada uno, pero entre el hospitalero, con gran pericia, y con altas dosis de inventiva por mi parte, las deducimos, de forma aproximada, a partir del número de DNI. El señor me enseña las instalaciones mientras contamos nuestras respectivas aventuras durante la realización del Camino de Santiago. Me pone al día sobre el estado del Camino Sanabrés y se lo agradezco. Quiere que proyecte los DVD que tengo sobre nuestras andanzas. No le digo que no y me despido. Para acabar de aclarar todos los detalles y repasar las últimas tareas, Tere organiza una cena el sábado anterior a nuestra partida. Nos comunica malas noticias. La madre de Marcos ha enfermado y muy posiblemente no podrá venir. La cena transcurre amigablemente mientras hablamos de todo menos de los temas importantes de la ruta que solo salen a colación de forma puntual. Tampoco ayuda mucho el tener cenando al lado a una numerosa representación de un club de patinaje. Los días previos a la partida, dan lugar a la aparición de un nerviosismo cada vez mayor que solo ayuda a ofuscar las ideas. No he comenzado a hacer el equipaje y ya creo que olvido cosas. Los últimos retoques a la bicicleta, ropa que no encuentro, repaso de los datos para el GPS, no sé si las baterías de la cámara de fotos están bien, poner el portátil a punto, etc. Son las mismas dudas de todos los años. Repaso con frecuencia las predicciones del tiempo. Parecen buenas en cuanto a lluvia, pero con altas temperaturas. Orense da la máxima de España con 42º y comienzan los primeros incendios forestales. Los mapas meteorológicos de Galicia, aparecen de un rojo tan intenso como mi preocupación. El lunes, nos vamos de compras. Michel, Manolo y yo, y asaltamos el Decathlón en busca de los últimos detalles. Entre los tres, conseguimos rápidamente lo que necesitamos. Además, buscamos una red para aprovechar mejor el interior de la furgoneta. No la encontramos. Ese mismo día, Michel encuentra a un conocido que sabe donde puede haber alguna red vieja de portería de balonmano. El día anterior a la partida, Michel, César, Antonio y yo, vamos a recoger la furgoneta apalabrada y dejar nuestros datos para el obligado papeleo. No hay ningún problema y, además, tenemos la suerte de llevarnos una prácticamente a estrenar. Todo un lujo para nuestro conductor oficial. Con todo preparado, quedamos en el Camping San Jorge para cargar la furgoneta de apoyo. Poco a poco van apareciendo todos los participes, incluido Pedro, que llega puntual desde Bilbao. Esta vez, como son menos bicis que en anteriores ocasiones, acabamos con rapidez la operación. Además, la red que ha conseguido Michel, nos proporciona un aumento de espacio útil al colgarla del techo interior del vehículo y meter en ella todo el material de menos peso (sacos, esterillas, etc.). Después de tomar unas cervezas y refrescos, nos vamos a descansar a casa con un cierto nerviosismo contenido. Pedro, mi mujer Josete y yo, nos vamos a cenar a un restaurante, mientras charlamos animadamente sobre nuestras aventuras pasadas. ¡La suerte está echada!
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